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Cascos presiona sobre Rajoy

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Ha caído como una bomba sobre el PP la noticia de que Álvarez Cascos tiene la intención de que su formación política concurra a las elecciones generales no solo por Asturias sino también por Madrid.

Según quienes conocen bien al personaje, Cascos es un mal enemigo, aunque también arrastra cierta fama de noble y bonachón. Y desde estas premisas psicológicas, no resulta fácil adivinar cuál es el verdadero propósito del flamante presidente asturiano al seguir hurgando en la herida, es decir, al seguir metiendo el dedo en el ojo de su antiguo partido, del que fue nada menos que secretario general en los días gloriosos en que el PP, de la mano de Aznar, tocaba por primera vez el poder en el Estado.

En efecto, como ha recordado Arsenio Escolar en un análisis, Cascos, ninguneado por Rajoy en Asturias, consiguió 16 escaños regionales frente a 15 del PSOE (que ganó en número de votos) y apenas 10 del PP. Y el director de '20 minutos' efectúa una trasposición de los votos que logró entonces a las generales: con un apoyo semejante, de los ocho diputados que se dirimen por la circunscripción, el PSOE se llevaría 3, aunque el último por los pelos; Cascos se haría con 2 y tendría muy cerca el tercero, a costa del PSOE; el PP lograría 2, pero el segundo quedaría al alcance tanto del PSOE como del «Foro», e IU conseguiría 1. Dicho de otro modo: por el efecto Cascos, el PP puede perder en Asturias 2 o 3 diputados que ahora tiene. En Madrid, cada escaño costó en las pasadas elecciones generales más de 131.000 votos, por lo que no tendría fácil «Foro» conseguir alguno a menos que Álvarez Cascos hiciese campaña personal para capitalizar la oposición interna a Rajoy, que también la hay.

Es claro que existe, si no una concertación, sí una sintonía entre Aguirre y Cascos. Lo más probable es que, de momento, el objetivo de la amenaza 'casquista' de presentarse en Madrid, y quién sabe si en cualquier otra parte, no sea otro que reingresar con todos los honores en el PP. Rajoy ya no tiene por otra parte nada que temer ya que con toda probabilidad en unas pocas semanas será elegido presidente del Gobierno. Lo lógico sería que Cascos y Rajoy sellaran la paz, lo que reforzaría indirectamente a Aguirre, quien a buen seguro aprovecharía la ocasión para reclamar un lugar eminente en el próximo gobierno del Estado. Algo que puede no gustar en absoluto a Cospedal ni a Sáenz de Santamaría, que tienen hechas otras previsiones.