Editorial

Menos paro sin empleo

La reducción del desempleo registrado es la cara de una realidad que sigue siendo cruda

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El paro registrado descendió en España durante el mes de junio en 67.858 personas, situando el dato de desempleados inscritos como tales en 4.121.801. Era de suponer que el pasado mes continuaría la tendencia establecida en abril y mayo de paulatino descenso del número de parados registrados, lo que ha supuesto su reducción en casi 212.000 durante el segundo trimestre del año. Sin embargo, el mensaje esperanzador que ofrece la noticia no solo ha de ser matizado teniendo en cuenta que inciden en él las ventajas de la estacionalidad turística, sin las cuales podríamos asegurar que el desempleo continúa incrementándose. Sobre todo debe ser valorado en contraste con otros datos que rebajan el optimismo. Por una parte, conviene recordar que hace un año había en España 139.433 parados registrados menos, de modo que todavía la economía española no ha conseguido regresar en términos de empleo a un momento en el que el Gobierno ya auguraba una pronta recuperación. Además, la reducción del paro registrado ha ido acompañada de una pérdida de 5.612 trabajadores entre los cotizantes a la Seguridad Social, lo que añadido a las variaciones experimentadas en este aspecto a lo largo de los once meses anteriores supone un 1,12% de empleos menos que hace un año. Esto, unido al hecho de que los trabajadores que alcanzan la edad de jubilación están experimentando un incremento especialmente acusado debido tanto a la evolución demográfica como a la inercia mantenida por las fórmulas de prejubilación, obliga a plantearse hasta qué punto la reforma del sistema de pensiones se basa en una perspectiva demasiado halagüeña. Por último, la constatación de que, un año después de entrada en vigor la reforma laboral, la diferencia entre los contratos temporales y los indefinidos continúe incrementándose a favor de los primeros, y que la opción contractual que abarata el despido a 33 días por año trabajado no representó en junio más que el 15% de los firmados, demuestra que el cambio normativo no activa por sí mismo el empleo y que, como ha reconocido el propio Rubalcaba, las modificaciones estructurales en el mercado de trabajo debieron introducirse en los años de crecimiento.