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¿Conmemorar qué?

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Tal vez sea cierto que el futuro de Cádiz depende de que para el Doce se hagan o no unas cuantas obras, se organicen o no unas pocas exposiciones, o se terminen ya mismo dos o tres grandes infraestructuras. Si es cierto eso, que se haga todo. Y rápido, por favor, porque a Cádiz, con la que está cayendo, le cuesta cada vez más esfuerzo mantener su imagen de marca: sonreír en las actuales circunstancias va siendo ya un gesto bobalicón que cansa, la verdad. Además, sin obras terminadas, sin exposiciones abiertas ni infraestructuras funcionando, ¿para qué ponernos a conmemorar nada? Primero tendríamos que aclararnos respecto a lo fundamental: ¿Habría sido mejor Pizarro que Menacho? ¡Cuánto daño las declaraciones de Gabriel Almagro! ¿Para cuándo otra Feria del Mar? ¿Qué pasa con el nuevo monumento a las Cortes?

Mientras debatimos estas cuestiones centrales para el futuro, cosas extrañas suceden en una galaxia lejana. La legitimidad del sistema democrático liberal, ese que dicen tuvo su origen en Cádiz, está quedando en entredicho como consecuencia de las prácticas abusivas de unas élites muy liberales y libres, que insisten en no ver más allá de sus intereses inmediatos, desestimando incluso los peligros de un colapso económico y social de consecuencias imprevisibles. Élites eficazmente protegidas por un sistema constitucional liberal que, paradójicamente, se proclama garante de los derechos de toda la sociedad, y no sólo de esas élites avaras, miopes e irresponsables. Resulta preocupante que los representantes políticos de nuestras democracias hoy en quiebra consideren que actúan con valentía cuando toman medidas desfavorables contra, precisamente, los más desfavorecidos.

¿Alguien cree todavía que es posible crear suficiente empleo cuando la economía especulativa (esa que alguien ha llamado 'economía legal del pillaje') se sobredimensiona peligrosamente en relación a la economía real? Algo enfermizo está afectando seriamente a nuestro modelo económico, expresamente protegido por unas Constituciones al parecer sordas, mudas y ciegas, cuando desde los poderes políticos se castiga a los que menos tienen mientras que a los ricos se les deja enriquecerse cada vez más, sin que tales Constituciones acusen tan flagrante conculcación de los derechos más elementales.

Pero nada de eso nos concierne a nosotros, que para algo hemos nacido en la cuna de la Libertad.