¡ATRÉVETE A PENSAR!

Integración y excelencia

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Según últimos datos del Ministerio de Educación el abandono educativo temprano en nuestro país (alumnado que se marcha de su colegio o instituto sin finalizar la ESO) ha descendido del 31,2 % en 2009 al 28,5 % en la actualidad, siendo aún el doble de la media de la UE (14,4 %) y ocupando el tercer lugar en esa escala negativa, tras Malta y Portugal. Además el fracaso escolar es ostensiblemente superior en los chicos (34,7 %) que en las chicas (22 %).

Desde los años 80 hasta los actuales se ha avanzado muchísimo en los programas de salud y educación para todos siendo, junto a la extensión de las pensiones, los grandes logros de nuestro Estado del Bienestar, pero queda mucho por luchar en esos tres campos.

En el terreno de la educación hemos podido observar cómo mucha gente joven, ante las dimensiones de esta fuerte crisis económica y el aumento tan lamentable de las cifras del desempleo, ha vuelto a coger libros y ordenadores y cómo la administración educativa les está intentando facilitar los estudios incluso a distancia. Continúa aún pendiente en nuestro país una mayor potenciación de la formación profesional y de la cultura emprendedora.

Pero cada curso que pasa podemos contrastar aún mejor de qué manera influyen las variables socioeconómicas en el fracaso escolar. Un elevado 72% del alumnado con fracaso se sitúa en el contexto socioeconómico y cultural más bajo y un 14% en el nivel medio-bajo localizándose los demás en el nivel medio-alto y en el más alto.

Es evidente que los centros que escolarizan a un alumnado con mayores dificultades socioeconómicas, y no sólo de este tipo, necesitan especialmente recursos extraordinarios y profesorado suficiente y bien apoyado.

Me contaba hace poco una amiga las dificultades especiales que está encontrando en el colegio con su hijo de pocos años, recién adoptado, llegado de otro país y con un pasado muy corto pero lleno de experiencias traumáticas. Casos como éste, como el de muchos inmigrantes y otros de cierta complejidad para su integración social son serios retos para nuestros centros educativos. No es fácil el proceso de escolarización y de socialización para estos niños, pero todos debemos trabajar juntos en estrecha colaboración; es la única forma de facilitarles su inserción social en la que tanto nos jugamos por ellos mismos y por todos.

El otro desafío va más allá de la equidad. Educamos personas, cada una como un fin en sí misma, en su proyección y su crecimiento individual, pero también en su orientación hacia los proyectos sociales comunes. Y aquí necesitamos asimismo su preparación, su esfuerzo y su excelencia. Necesitamos personas inquietas, luchadoras, emprendedoras, preocupadas y 'capaces' de mejorar las condiciones materiales, culturales y humanas en general de los demás.