EXTERIORES ROBADOS

OLAS

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P ocos elementos de Cádiz expresan el alma de la ciudad tan justamente como el pavimento de la Plaza de San Juan de Dios. Estuvo inspirado el artista que concibió esas olas en chino lavado, que avanzan desde la antigua Puerta del Mar hacia el Ayuntamiento, proclamando el cimiento histórico de la ciudad desde su fundación; estuvo alumbrado al diseñar las orlas de círculos ligados enmarcando cuadrados lobulados, que nos evocan los mosaicos que un día adornaron los suelos de las Gades romanas, hollados por el divino Julio.

El desastre del 98 desencadenó en España un proceso de introspección que tiñó la cultura de la época; en la arquitectura se tradujo en el vigor del movimiento Regionalista, que en Cádiz dejó frutos tan representativos como el Teatro Falla, la Alameda de Apodaca (en su remodelación de 1926) o el singular pavimento de nuestra Plaza de San Juan de Dios. En este pavimento está la estética, las preocupaciones, las personalidades de ese instante histórico: Sorolla, la exploración de la esencia de España, Falla, el regeneracionismo, Machado, la revalorización del manantial ancestral de los pueblos.

La historia es venerable porque nos enriquece con lo que fue, nos regala otros mundos; el libro de nuestra historia es nuestra ciudad; destruir, como proyecta el Ayuntamiento, ese singular pavimento es arrancarle una página que perderemos para siempre jamás. ¿No puede mejorarse la plaza consolidando sus valores sin precio?