:: FOTOGRAFÍA JUAN CARLOS CORCHADO
Jerez

No es Cuaresma aunque lo parezca

Interesante jornada de besamanos en la Basílica del Carmen y en la parroquia de San Miguel con las dos imágenes marianas Encarnación y Carmen llenaron de unción el segundo domingo de Pascua

JEREZ. Actualizado: Guardar
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No es cuaresma, aunque bien podría decirse que los cofrades viven todavía con intensidad la Semana Santa. Es ya Pascua de Resurrección, pero las hermandades siguen apostando por cultos, besamanos y procesiones que muestren a Cristo y María como solución a los muchos problemas que la sociedad tiene actualmente. Ya es mayo, mes de la Virgen, y durante las próximas cuatro semanas la presencia de la Madre de Dios se agudizará en la diócesis asidonense. De hecho, ayer se vivieron momentos especiales en dos templos centenarios, la Basílica del Carmen y la parroquia de San Miguel. En ambos, María fue la única protagonista gracias a dos besamanos de los que merece la pena disfrutar. Dos estilos, dos maneras diferentes de concebir la devoción por Carmen y Encarnación, dos advocaciones importantes en nuestra ciudad.

Dos concepciones distintas, por tanto. Una, de gloria. La otra, de penitencia. Una por tanto que encaja perfectamente en este tiempo litúrgico. La otra que, agarrada al momento de la concepción de Cristo en el seno virginal de María, busca asentarse en este segundo domingo de Pascua como una referencia más. Abren la cuaresma con el besapies del Santo Crucifijo, cierran la Semana Santa con el besamanos de la Encarnación. Y de qué manera, porque el altar de San Miguel se llenó ayer de devoción mariana. Tras el íntimo viaje que el año pasado realizó la dolorosa a las monjas clarisas, sus camareras de honor, el presbiterio de San Miguel se quedó pequeño para acoger una de las dolorosas más desconocidas de nuestra Semana Santa, siempre arropada por el Santo Crucifijo de la Salud. Pero sin él, la dolorosa cobra fuerza, empaque, hechuras de gran señora de la Semana Santa jerezana. Una talla de Castillo que, primorosamente vestida por Fernando Barea, y con un ajuar de primer nivel en nuestra diócesis, brilla con luz propia en la parroquia del Arcángel San Miguel.

Y en la Basílica del Carmen, la alegría estalla cada año cuando la Reina del Carmelo desciende desde su trono celestial y se deja besar las manos por el pueblo jerezano. Un besamanos distinto, alegre, festivo, elegante, serio, magno. Un besamanos que siempre hace raya en Jerez, y que sirve de pórtico perfecto para la procesión que tendrá lugar en verano con la Virgen del Carmen, una de las tallas con más devoción de nuestra ciudad. No es de extrañar por tanto que la Basílica se haya quedado pequeña estos días para el culto a la imagen de gloria, y que ayer fuera un goteo incesante de devotos los que se acercaran hasta las plantas de la bendita imagen de la Virgen del Carmen.

Encarnación y Carmen. Penitencia y gloria. Dos maneras diferentes de concebir que María es la Madre de Dios. Dos maneras diferentes de entender una devoción que traspasa fronteras.