Imagen de archivo de Chaves y Alfonso Guerra en 1990. :: EFE
ANDALUCÍA

La historia se repite

SEVILLA. Actualizado: Guardar
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Antes de los ERE y otros escándalos, el PP ya ganaba en las encuestas en Andalucía. Lleva más de una docena rozando la mayoría absoluta desde hace más de un año. Los socialistas han achacado hasta ahora exclusivamente a la crisis, el paro (un millón de personas, más del 20% de la población activa) y los recortes para mantener el déficit su declive en los sondeos. Pero también son muchos los socialistas que en privado asumen como una realidad un cambio de tendencia en Andalucía originado sobre todo por el desgaste lógico de un partido tras casi 30 años en el poder.

Estas dos ideas pugnan en el PSOE, que se resiste a creer que Javier Arenas pueda ser presidente en Andalucía y citan como ejemplo que ya hace casi 18 años estuvo a punto de ganar y hace 14 las encuestas le daban como claro vencedor. Y ganó Chaves con aquella frase histórica: «Vamos a darle la vuelta a las encuestas».

El retorno al pasado, a los años de la 'pinza', es inevitable. En el entorno de Griñán se recuerda constantemente la soledad que vivió Chaves cuando perdió la mayoría absoluta en 1994 y las capitales de provincia un año después. Un ex colaborador recuerda la patética imagen del presidente en la caseta de feria del PSOE en Sevilla esperando a que llegara alguien. Lo cuenta para recordar que un liderazgo tarda en consolidarse y que Griñán no es el único que vive horas bajas por problemas de partido o por casos de corrupción.

Nada es comparable, pero hay paradójicas coincidencias. Chaves se enemistó con su mentor, Alfonso Guerra, que fue quien decidió que fuera candidato en lugar de Rodríguez de la Borbolla y que luego quiso también sustituirle. Ambos habían compartido la foto famosa de la tortilla en la sierra sevillana. Su enemistad le ha durado hasta hoy y tuvo su punto álgido en la pugna entre guerristas y renovadores por el control del PSOE en Andalucía. Ganaron los renovadores que le apoyaron. Chaves fue elección tras elección afianzando su liderazgo, ayudado por Luis Pizarro en el partido y Gaspar Zarrías en el Gobierno.

Lo mismo que Griñán ahora con los ERE, Chaves afrontó dos casos de corrupción. Uno, el de Juan Guerra, afectó más al entonces vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, que dimitió por lo que se publicaba de su hermano. La justicia luego no pudo condenarle nada más que por delitos a la hacienda pública ya que no estaba tipificada la ley de tráfico de influencias. Curiosamente ahora, Chaves, como vicepresidente soporta el acoso por las actividades de su hijo, aunque no hay denuncias de que sean ilegales. El otro sunto fue el 'caso Ollero', de cobro de comisiones y por el que estuvo imputado un consejero, Juan López Martos, que fue absuelto al cabo de los años.