Un hombre sale de una tienda destrozada, ayer, en los disturbios de Latakia. :: HUSSEIN MALLA / AP
MUNDO

Las promesas de El-Asad no acallan a los sirios

El régimen dispersa a punta de pistola y con gases lacrimógenos a los manifestantes que protestan en la ciudad de Deraa

JERUSALÉN. Actualizado: Guardar
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Las promesas de reformas parece que no apagan el descontento de los sirios. El régimen recurrió ayer a la modalidad de disolver las manifestaciones a tiros, aunque esta vez al aire y encañonando a los que en Deraa se aproximaban a la mezquita de Omari, epicentro y origen del pulso a Bashar El-Asad que se ha extendido por todo el país. «(Las fuerzas de seguridad) están apuntando con sus ametralladoras contra cualquier grupo reunido en la zona», relataba un comerciante citado por la agencia Reuters, que añadía las declaraciones de testigos asegurando que había soldados «prácticamente cada metro», disparos de gases lacrimógenos y que nadie se atrevía «a moverse».

El Gobierno ordenó el despliegue del Ejército en Deraa el sábado por la noche -día en que las protestas se contagiaron a todo el mapa sirio-, pero 4.000 personas, según cifras de AP, lo desafiaron congregándose en el centro de la ciudad al grito de «queremos dignidad y libertad» y «no a las leyes de emergencia», cuya derogación había sido anunciada por el Gobierno de Damasco el domingo. La agencia estatal Sana tachó en un comunicado de «completamente falsas» las informaciones iniciales acerca de que sus armados habían «abierto fuego contra los manifestantes». Al menos 61 de ellos -las cifras son imposibles de contrastar y varían según las fuentes- murieron el jueves pasado víctimas de una carga policial que los supervivientes describieron como una «masacre».

El régimen exhibía ante el pueblo que tiene en su mano la fuerza pero que ayer no la ejercía -eso que se da en llamar «contención»-, a la vez que el vicepresidente del país, Faruq Al-Shara, adelantaba que Bashar El-Asad comparecerá entre hoy y mañana «en un importante discurso para tranquilizar a los sirios». Será su primera aparición en esta crisis. La cadena Al-Arabiya especula con que planteará una modificación constitucional en el artículo 8 que reserva al partido Baaz el derecho a gobernar y que reconocerá «fallos» en el cumplimiento de las expectativas de sus ciudadanos.

Será otro intento de reconciliación con la calle, y como aperitivo, la televisión pública y Sana se hacían eco ayer del gran liderazgo del presidente enumerando que había recibido el apoyo por teléfono de los mandatarios de Bahréin, Kuwait, Irak y Catar y del rey de Arabia Saudí «en vista de la conspiración que amenaza la seguridad y estabilidad (de Siria)». La población, por lo general, siempre ha acogido bien las relaciones internacionales de su máximo gobernante, incluido el distanciamiento de Europa y Estados Unidos, cuya secretaria de Estado, Hillary Clinton, descartó el domingo en la cadena CBS una intervención en Siria como se ha hecho en Libia.

Minuto de silencio

De fronteras para adentro, el escenario es otro. Un grupo autodenominado 'la revolución de las juventudes kurdas' convocaba a través de Facebook a la minoría del norte a sumarse a las protestas nacidas en Deraa con el siguiente mensaje: «Siria está atravesando una fase crítica y todos tenemos que tomar parte en el cambio, tenemos que sacrificarnos como lo están haciendo nuestros hermanos». Los Hermanos Musulmanes -duramente reprimidos por el anterior presidente Hafez El-Asad- acusaban a su heredero Bashar de «crímenes contra la humanidad».

La ciudad costera de Latakia, tomada también por el Ejército tras días de intensos disturbios provocados por presuntas «bandas armadas», permanecía ayer convertida una ciudad fantasma. No hubo noticia sobre nuevos incidentes. El Observatorio Sirio de Derechos Humanos, con sede en Londres, aseguró tener «una lista de 41 nombres» de personas que habrían sido detenidas solo el viernes en todo el país. Por primera vez, el Parlamento guardó el domingo un minuto de silencio «en testimonio de respeto a los mártires caídos, y a las protestas y reivindicaciones populares».