Arturo García Rodríguez anunció en este templo prerrománico de Santa María de Bendones, en Asturias, que dejaba el sacerdocio para fundar un nuevo partido. :: PALOMA UCHA
Sociedad

Este cura cuelga los hábitos por la política. Quiere ser el presidente de Asturias

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Sus sermones se convertirán ahora en verdaderos y seductores mítines. Porque si de algo va sobrado el sacerdote asturiano Arturo García Rodríguez es de su cualidad de orador, que desde hace años cultiva los domingos en los altares de sus parroquias y, entre semana, en las decenas de juicios en los que interviene como abogado. Si a su ministerio sacerdotal se dedicó por «vocación de servicio público», la misma razón le lleva a saltar a la política con un doble propósito: atraer almas y votantes. Dos en uno.

Pero sin mezclar ambas cosas, como demostró el pasado domingo en las iglesias de las villas de Santa María de Bendones, San Esteban de las Cruces y de La Manjoya. Cuando la misa finalizaba, atrajo la atención de los feligreses con un mensaje: «No se vayan». Acto seguido, cambió en la sacristía la casulla por los vaqueros y les espetó desde el mismo altar: «Después de una profunda y seria reflexión y viendo el clima político que tenemos en Asturias, he llegado a la conclusión de que la mejor forma de ayudar a la gente es incorporándome a las estructuras de gobierno del Principado». Saludó, besó y abrazó al personal, a quien pidió, si no comprensión, al menos «respeto». Muchos se quedaron anonadados, ni que decir tiene. Vaya bombazo. Otros, apenados. El cura había llegado en septiembre, se había hecho querer y otra vez la iglesia se quedaba sin jefe.

La decisión del sacerdote de crear una nueva formación, el Partido Democrático y Constitucional (PDyC), y optar él mismo a la Presidencia del Principado de Asturias ha sacudido el ya removido panorama político asturiano y también los cimientos de la iglesia y del Arzobispado de Oviedo, que le ha negado compatibilizar los servicios desde el púlpito y desde la tribuna de oradores. Mala combinación, al parecer, el ritmo de la música sacra y el de la electoral.

¿Pero quién es este cura sin sotana ni alzacuellos, con aspecto de moderno galán, de buen parecer, capaz de enfrentarse a la cúpula eclesiástica y que se traslada hasta sus tres parroquias en un turismo gris metalizado, nada menos que un Audi TT descapotable? Cierto que el coche es de segunda mano y ya lleva rodando varios años. «Es más barato que cualquier Renault», comentan, para quitar importancia al detalle, desde el bufete Amago donde comparte despacho en Oviedo con otros compañeros.

Arturo García Rodríguez, de 39 años, nació en la villa de Grado (Grau, en asturiano), paisano de Ramón Areces, Isidoro Álvarez o Pepín Fernández, grandes hombres de negocios asociados al Corte Inglés y Galerías Preciados. De familia profundamente religiosa, ha desarrollado un amplio currículo en el seno de la iglesia: desde oficiar misas en El Coto de Gijón y El Cristo de Oviedo, a ejercer de capellán del Hospital Central de Asturias, papel que compaginó con el de director del Secretariado Diocesano de Pastoral de la Salud. Allí, en el centro sanitario, Arturo García conoció el sufrimiento de las personas en estado terminal y entendió que la eutanasia puede practicarse, pero con el consentimiento del paciente, y que Dios da la libertad de elegir, de pecar y de quitarse la vida si uno lo desea. Duras palabras para la iglesia conservadora de Antonio Rouco Varela, del que discrepa en algunas cuestiones, como la forma en la que la institución presenta a la sociedad el Evangelio. «Estoy convencido de que la gente, si se topara de verdad con el Evangelio de Cristo, se engancharía», llegó a decir una vez.

Secretismo

El partido, del que aún se desconoce logo, lema y programa, competirá con el Foro de Asturias que encabeza el díscolo Francisco Álvarez Cascos y con los tradicionales PSOE, PP e IU, entre otros. Vaya fiesta electoral que se está montando en 'Asturias, patria querida', himno, dicho sea de paso, del que es autor Ignacio Piñeiro, otro paisano de Grau, o 'moscón' como así les llaman a los nativos.

Nada se sabe aún de los apoyos, aunque a la organización se han afiliado jóvenes profesionales, gente cualificada que clama por enderezar algunas cosas que se tuercen en el Principado. El propio Arturo García Rodríguez pidió ayer a V respeto y comprensión ante la negativa a hacer declaraciones a los medios. «Tenéis que entenderme, la presentación la vamos a hacer el sábado, ahí contestaremos a todo y a todos», respondió por la tarde, cuando pensaba que la «cosa ya se había calmado» y que a su teléfono no iban a llamar más medios de comunicación. Por la mañana, móviles y fijos echaban humo y su compañera de despacho y de partido, Beatriz, era la encargada de torear las llamadas, mientras él defendía a un cliente en un juicio. Tanto secretismo tiene su aquel: la presentación del partido por todo lo alto el próximo sábado en el hotel AC Fórum de Oviedo. Solo que la prensa no espera y los lectores quieren y tienen derecho a saber.

El Arzobispado salió ayer mismo al quite y emitió un comunicado en el que no dejaba en buen lugar a Arturo García y en el que afirmaba que tras varios meses de negociación, «tras un proceso de diálogo y discernimiento pastoral», se vio abocado a tomar la «penosa» determinación de suspender 'a divinis' al párroco, lo que significa que no podrá ejercer el ministerio sacerdotal. La suspensión 'a divinis', término medieval pero que aún se usa en el clero, significa en términos más laicos, que Arturo García Rodríguez queda suspendido de empleo y sueldo de forma temporal, por lo que también deberá dejar de usar la casa de la diócesis en la que hasta ahora vivía. Sigue siendo sacerdote, pero no podrá ofrecer misas, ni administrar los sacramentos.

En opinión de Fermín González, párroco de la provincia de Burgos, la suspensión 'a divinis' significa una «sanción en toda regla» al cura asturiano por «desobediencia» a la autoridad eclesiástica y comparte la incompatibilidad de la misión política como cargo electo y la sacerdotal con un ejemplo gráfico. ¿Podría el cura del pueblo ser alcalde? «Sería mezclar los poderes, una esquizofrenia total», añade González, militante a la sazón de un partido político y también de una organización profesional agraria.

Desde el propio Arzobispado declaran que primero le lanzaron una advertencia y luego «ha llegado la sanción con carácter temporal», aunque este tipo de medida también puede ser definitiva. Eso se verá en función del resultado electoral que coseche Arturo García en las elecciones autonómicas y si consigue el escaño de diputado.