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EE UU ofrece ayuda a los rebeldes

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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París ha mandado aviones repletos de médicos y enfermeras pero Washington ha ofrecido a los rebeldes libios «cualquier tipo de ayuda» que necesiten, según manifestó la secretaria de Estado, Hillary Clinton. La dama de hierro de la diplomacia estadounidense reiteró ayer su oferta en Ginebra, donde intentó unir a los líderes europeos para forzar la salida de Muamar Gadafi «ahora», insistió amenazadora. «Todas las opciones están sobre la mesa», dijo la secretaria de Estado.

Prominentes senadores tienen una idea muy clara de lo que su Gobierno debe hacer por los rebeldes. «Custodiar la zona de exclusión aérea, reconocer al nuevo gobierno de Libia y proporcionarle armas», demandó el domingo el independiente Joe Lieberman, asociado a los demócratas.

La percepción de que el Ejecutivo de Gadafi se ha desintegrado sirve de excusa al mundo para mostrar abiertamente su apoyo a los rebeldes. Algunos informes señalan que su ex ministro de Justicia habría formado un gabinete interino en Bengasi, la segunda ciudad de Libia, cuna de la revolución. Sin embargo, cuando se le preguntó específicamente en el avión camino a Ginebra, Clinton no quiso precisar si ése es el puente más viable con el que está manteniendo contactos. Washington actúa con cautela antes de elegir a sus aliados.

«Estamos sólo al principio de lo que seguirá a Gadafi», explicó. «Primero tenemos que ver que este régimen termine sin más baños de sangre, lo que supone un gran reto para nosotros. Pero puedo decir que hemos contactado con muchos libios diferentes que están intentando organizarse en el este, a medida que la revolución se mueve hacia el oeste. Es muy pronto para decir cómo se va a desarrollar esto pero vamos a estar listos para ofrecer cualquier tipo de asistencia que cualquiera desee de EE UU».

La oferta no podía ser más amplia ni más abierta, pese a los muchos recelos que suscita dentro y fuera de EE UU. Si bien el senador republicano y ex candidato presidencial John McCain se alineó con Lieberman para defender el apoyo a los rebeldes, también fue claro al precisar que la ayuda militar no debe incluir tropas.

Con frentes abiertos en Irak y Afganistán, y una guerra sin declarar en Pakistán, ni siquiera los republicanos aguerridos como él se atreven a dar rienda suelta a sus ansias belicistas. El propio jefe del Pentágono, Robert Gates, elegido para el cargo por George W. Bush, lo dijo muy claro el viernes: «Cualquier secretario de Defensa que vuelva a recomendar al presidente enviar otro gran despliegue militar a Asia, África u Oriente Medio debería ir al psiquiatra». Sin embargo, ayer su gabinete informó de que ha desplazado «algunas» fuerzas navales y aéreas cerca de Libia para estar listas «en caso de que se necesiten».

Ese movimiento amenazador podría darle más garra a los ultimátum internacionales que EE UU coordina bajo el auspicio de la ONU. Ayer, el secretario general Ban Ki-moon dio el inusual paso de viajar a Washington para reunirse con Barack Obama en la Casa Blanca, donde discutieron la situación.