Chema Rodríguez intenta lanzar a portería ante la oposición de un defensa húngaro. :: AFP
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España da otra lección ante Hungría

La selección se impone con comodidad en un partido en el que jugó con los suplentes

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La selección española de balonmano ofreció otro recital de defensa ante Hungría en un partido en el que solo se jugaba mantener la tensión de un Mundial y sobre todo ese espíritu vencedor que surgió tras el empate ante Francia. España está en su mejor momento y jugando casi al tran-tran se impuso con claridad y cierta comodidad al combinado magiar.

De salida Valero Rivera dejó claro que el choque ante Hungría no era decisivo para España y por ello alineó a un siete inicial plagado de suplentes. Y precisamente estos hombres dejaron también bien claro que no desmerecen en absoluto de los teóricos titulares. Con su ya habitual defensa 5-1, España volvió a convertirse en un auténtico fortín, siempre con la ayuda de Virán Morros en defensa. Los primeros diez minutos volvieron a ser un remedo de lo ocurrido ante Islandia. Un equipo que defiende a las mil maravillas, con ayudas constantes y sin ceder un solo balón al pivote y otro, el húngaro, que no encuentra un solo hueco y únicamente con lanzamientos de recurso lograba horadar el portal de Hombrados.

Pero si bien España lo bordaba en defensa, en ataque las cosas no fueron tan bien. De los aciertos iniciales se pasó a una serie de errores en los lanzamientos y en algunos pases que propiciaron el acercamiento húngaro. Los magiares ajustaron su defensa y la primera línea de Iker, Raúl y Maqueda no era capaz de generar ocasiones.

Con 9-8 Valero Rivera dio entrada a sus titulares. La defensa continuó manteniendo el tipo, ahora con Roberto en lugar de Ugalde en el avanzado y ni siquiera un tiempo muerto de los húngaros les sirvió para encontrar un patrón de juego. Aparentemente todo estaba de cara para el equipo español, pero el ataque volvía a hacer aguas. Los dos goles seguidos de Aguinagalde parecían abrir el filón, pero las imprecisiones ante un 6-0 magiar obligaba al equipo español a finalizar en los extremos o a lanzar bajo la amenaza del pasivo.

Por su parte, los húngaros, ante su incapacidad para crear jugadas, recurrían a las ocurrencias de Mocsai, Csacsar o Illies, con lanzamientos de cadera que no encontraban respuesta en Hombrados. Con cuentagotas el marcador se apretó hasta el empate (13-13) antes del descanso.

En la reanudación, Valero Rivera mantuvo su esquema. Los reservas a la cancha, con Raúl como director de orquesta y con la única novedad de Sterbik bajo los palos. El guión se mantuvo prácticamente idéntico a la primera mitad, si bien la aportación de la portería empezó a marcar diferencias.

Con una salida fulgurante y un parcial de 4-0 España dio la puntilla a Hungría. Además, una doble exclusión magiar mediado el segundo tiempo dio al traste con cualquier intento de remontar. Ni siquiera tuvo Valero Rivera que desgastar a sus teóricos titulares ya que Aguinagalde y Gurbindo apenas aparecieron solo unos minutos y el resto mantuvo el tipo sin necesidad de arriesgar en exceso para mantener la ventaja en torno a los tres o cuatro goles. Además, el leve atasco en ataque de España lo solucionó Sterbik en la portería para que el equipo de Valero Rivera se luciese en los últimos minutos ante la abierta defensa a la desesperada de los húngaros.

Ahora, el equipo español debe esperar a la finalización de los partidos Francia-Islandia, para conocer si acabará primera o segunda del grupo a tenor del resultado de los galos, y también el partido del otro grupo entre Dinamarca y la anfitriona Suecia, que dirimirá los dos primeros puestos y por tanto los rivales en semifinales.