CARTAS A LA DIRECTORA

Indignación en Huesca

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Mi indignación en estos momentos es máxima después de haber visto a mi equipo y haber sufrido en El Alcoraz. No puedo entender cómo un equipo que se está jugando la vida, y que se adelanta a los cinco minutos, termina cediendo de esa manera el campo y el dominio del balón a su rival, al que sólo habría que haber sabido manejar, porque la presión y la ansiedad se lo hubieran terminado comiendo. Por enésima vez esta temporada, el Cádiz es su peor enemigo. Pero lo peor sin duda vino al final. El árbitro pita el término del partido, y la desilusión y la desesperanza, que ya nos habían embargado con el segundo gol del Huesca, nos caen encima a plomo sobre los algo más de 100 cadistas que, arrinconados por la policía en nuestra esquina del campo, allí estábamos. Lágrimas en más de uno y dos, chavales rotos en su ilusión por ver a su equipo regatear el descenso. Allí hay gente que se ha pegado 2.000 kms de viaje para ver a su equipo y animarlo, que se han gastado un dineral con la que está cayendo, y que incluso se habían planteado viajar sin entrada. ¿Cuántos jugadores han ido a agradecer dicho esfuerzo y pedir perdón? ¡Dos! Enrique nos aplaude, con rabia, por no poder, al menos, celebrar un empate. López Silva es más explícito, y pide perdón con las manos. Eso sí, ambos a sus buenos 30 metros de seguridad, no sea que tengamos un lío. Nadie más. Ni los capitanes Fleurquin y Raúl López, que tendrían que haber tirado de sus compañeros y apretar los dientes, cuando vienen más duras. ¿Y esos jugadores que la grada ha mimado más que a otros? ¿Y los que, durante la semana, han dejado caer que el empate valía, y así nos ha lucido el pelo? No hablemos ya de la directiva ni cuerpo técnico para estar con su afición en un momento tan duro. Todos han tenido tiempo de ir, porque la policía nos ha retenido un buen rato. El único que ha tenido bemoles para venir con nosotros ha sido el que menos culpa tiene de todo, Salvador Chirino, que con lágrimas en los ojos, ha llorado con nosotros lo que es un descenso anunciado. La afición ha sabido entenderlo, y a pesar de que sobraban ganas de liberar rabia y tensión, ha aplaudido a Chirino. Quizás nos salvemos en la última jornada, es posible, no lo sé. Pero esta afición se debe a sí misma, bajo mi humilde opinión, una dignidad que recuperar, tras estos últimos tres años, mostrando su más enérgica protesta contra todos los estamentos del club.