Economia

COSTES IMPUESTOS'

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En el último Consejo de Ministros de Agricultura se volvió a plantear que los productos alimentarios importados deberían cumplir con las mismas exigencias medioambientales, sanitarias, sociales, de bienestar animal, etc., que se exige al productor europeo. Unos costes impuestos, no dependientes de la eficiencia productiva de la empresa agraria europea y la mayoría de ellos no requeridos en otros espacios económicos. Algunos Estados volvieron a poner sobre la mesa la cada vez más recurrente demanda de articular compensaciones económicas para que los productores europeos puedan compensar este diferencial regulatorio de costes. Una realidad microeconómica que marca una diferencia sustancial.

Simplificando, existen tres posibilidades. Abrir fronteras sin más y que buena parte de nuestro tejido productivo pierda competitividad, algo que podría suceder si no se maniobra rápido. La segunda, exigir a los productores de Estados terceros que exportan a la Unión Europea que cumplan con las mismas condiciones que los nuestros, tal como han planteado varios Ministros responsables de agricultura, entro otros la española, Elena Espinosa. ¿Cómo se controla en origen, en Argentina o Brasil, la correcta aplicación de las normas europeas? y lo que es más importante, ¿tiene sentido exigir la aplicación de determinadas normas a productores de Estados terceros, cuando en muchos casos son antieconómicas y no se justifican por motivos técnico-científicos? La tercera es poder otorgar estas ayudas financieras ya mencionadas al productor comunitario. Esta alternativa parece más viable y no compleja de aplicar, ya que conociendo un modelo productivo y otro, así como las exigencias en cada sistema regulatorio, se puede calcular el diferencial de costes impuestos. A nivel macroeconómico una liberalización de fronteras entre potencias exportadoras es buena para ambas. Sin embargo las contraprestaciones no se pueden valorar sin considerar la escala microeconómica que afecta al conjunto de empresas sobre las que se hacen concesiones. En caso contrario aplicaremos un modelo hipócrita, por el que exigiremos que lo que se produzca en la UE responda a unos compromisos sociales, ambientales y éticos muy elevados, pero compraremos y nos comeremos lo que viene de fuera y no los cumplen.