EL MAESTRO LIENDRE

EL REINICIO DEL RETRASO

La peor situación económica y social que los jóvenes han conocido llega justo cuando a la provincia le llegaba su turno, el último, de las grandes inversiones e infraestructuras

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Faltan folios, documentos excel y listados de word para apuntar todos los proyectos en peligro. El reverso siniestro de la carta de los Reyes Magos está escrito por los invisibles duendes Madoff. En vez de hacer listas de deseos colectivos hay que arrodillarse a cerrar para que un solo proyecto siga en pie, para que todo no se retrase 'sine die' sin un duro, que no se borre. No va más. Sólo la banca se salva de la bancarrota. Los dirigentes políticos hacen lo que pueden, lo que hacemos todos, pegarles al que tenemos a mano, al de abajo. Al de arriba no llegamos. Un impuesto para los que más tienen. Que les echen un guepardo, más que un galgo. A ver a los que pillan. Son expertos en escapismo. Si no, nunca habrían sido del taco.

Los que estamos al alcance somos todos los demás. Recortes, tijeretazos, amenazas, suspensiones. Esto sí que es canguelo. Crisis fiscal. Crisis laboral. Crisis social. Hasta cuando se repetirá la palabra plaga que sube por las piernas de todos como insectos de esos que nunca se mueren.

Y ya se sabe que a los últimos de la fila es más fácil que las ratas les muerdan el culo. Lo tienen al aire. No queda nadie que se lo tape y ponga el suyo. Las inversiones públicas que llegaron a España como un río de dinero que nacía en Alemania ha respetado un escrupuloso orden geográfico. Cuanto más cerca de los Pirineos, antes y más fresco llegaba el caudal de marcos disfrazados de euros.

Cuanto más cerca de Despeñaperros, más generoso el trasvase. En la periferia de la periferia, en el sur del sur, donde ya no está Hércules para salvarnos la retaguardia, amontonamos las inversiones en 2012. Otros rebañaron las que necesitaban, las que pudieron o les tocaban, en 1992, en 2002.

Es lo que tiene ser los últimos, que a veces cierra la oficina y te coge en cola. Aquí, los despachos de esa ilusión a fecha fija siguen abiertos, superpuestos y superpoblados de burócratas, asesores, asesores de asesores, aprovechados, periodistas opacos, técnicos bienintencionados o especuladores del futuro que ya no será.

Al Bicentenario, a la hora de Cádiz, a nuestro 92 y nuestro 2002, a nuestra acumulación de inversiones e infraestructuras le ha caído encima «la situación más dramática desde la Primera Guerra Mundial», dice el Fondo Monetario Internacional.

Que no han visto nada igual en todo un siglo, desde que el centenario de la Constitución de Cádiz no tenía prefijo. Si durante la época de mayor crecimiento económico de España, la provincia se quedó atrás en cuanto a grandes inversiones públicas, es fácil temblar si se piensa qué sucederá en la mayor crujida colectiva que hemos conocido todos, al margen de la edad que tengamos.

Quizás terminen el segundo puente, quizás quede apañado el Oratorio y aprovechable el Castillo de San Sebastián. Quizás llegue el AVE a tiempo aunque tengamos que empujarlo desde La Isla. Quizás comience pronto la obra del nuevo hospital que dé relevo al obsoleto Puerta del Mar.

Ahora, todo, quizás. Y sin mirar el almanaque. Bastante que va. Del resto de proyectos, aspiraciones, necesidades, iniciativas, de los tranvías a los desdobles, de la innegociable erradicación de la infravivienda a la plaza de Sevilla, de todo lo demás, en suma mejor que nos vayamos olvidando.

Al menos, por una década. Pero, bien pensado, eso pasa pronto.