Álvarez arenga a sus jugadores en presencia de Reyes. :: EFE
MÁS FÚTBOL

Recuerdos de mayo

Antonio Álvarez, sentenciado por Del Nido hace un año, logra la 'Copa de Antonio Puerta'

SEVILLA Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

De todas las madrugadas en las que se puede recordar al Sevilla, siempre gustan más las de mayo. Porque son las alegrías, entre el olor a azahar y el embrujo de la media luna andaluza, las que hacen especial la conquista de un título. Así están grabadas en la memoria de muchos aficionados las celebraciones, entre las flores de la Puerta de Jerez, de las dos Copas de la UEFA de la entidad.

De ese sentir especial que tienen los sevillanos saben muy bien los que han hecho posible un nuevo logro. No sólo aquellos que han nacido a la luz de esta tierra. También los que se han contagiado del 'veneno' que significa ser andaluz.

Si hay que destacar a algunos, siempre estarían por delante aquellos que han hecho grande al Sevilla. A base de títulos, muchos extranjeros se han 'nacionalizado' hispalenses. Ése es el caso de Kanouté, a quien, como buen devoto musulmán, todavía le recorrerá sangre andalusí por sus venas. Quizá se haya querido traer los recuerdos de algún antepasado suyo en las noches cálidas en primavera de Al-Andalus, en los Reales Alcázares. De ahí que siempre esté cuando se le necesite.

Pero los verdaderos protagonistas son los de la casa. Los canteranos. El primero, Antonio Álvarez, ese entrenador al que este equipo debe mucho. Porque a pesar de haber sido humillado y 'exiliado' a un departamento del Sevilla, donde poco más que hacía era tomar un café y media tostada (con 'mateca' colorada, por supuesto), ha logrado algo imposible.

Los recuerdos de este hombre de Marchena son los de una persona que vivió en Alemania días de mayo muy fríos, hasta su más adentrada adolescencia. Sus padres, campesinos pobres, no tuvieron más remedio que emigrar por primavera. Hasta que un día llegó un ojeador del Sevilla y vio en este tipo delgaducho que ahí había 'algo' especial. Y desde entonces se convirtió en el 'Mariscal' del área rojiblanca. Ya sus noches estivales eran especiales, al son de las palmas que cantaban los gitanos alrededor de su casa.

Luego vivió como segundo entrenador la época más importante del club. Noches repletas de fiestas a los pies de la Giralda, lágrimas y emociones que estremecen el corazón de este sevillista de pura cepa. Por razones extradeportivas, José María del Nido lo sentenció un mes como este de hace dos años y lo quitó de la escena pública.

Ahora, cuando todo estaba perdido, decidió volver. Porque son los mariscales como Antonio, aquellos que parecen hundidos en medio de una batalla, los que de verdad se hacen fuertes frente a la adversidad. Álvarez cogió a un equipo, no muerto, sino enterrado. A unos jugadores que físicamente no estaban ni para ir a comprar el pan a la vuelta de la esquina y anímicamente peor. A un grupo de futbolistas donde había de todo: desde uno que llegaba a entrenar con una borrachera tan impresionante que tenían que ponerlo a dormir en la caseta del utillero, hasta otros que fingían lesiones para poder estar frescos de cara al Mundial.

Esa ha sido la punta del iceberg de los problemas del Sevilla esta temporada. Son recuerdos que ya serán efímeros, olvidados, conforme vayan pasando las horas. Pero si alguien tendrá un hueco para soñar será la cantera. La de la carretera de Utrera, donde se han formado los jóvenes que han ayudado a Álvarez a que se cumplan sus sueños: Navas, Capel, Perotti, Cala, Rodri... Un cúmulo de jugadores que son más grandes hoy si cabe.

La cantera

Todos ellos han hecho que muchos internacionales, que ganan hasta tres veces más que ellos, hayan sentido vergüenza por su forma de actuar. Siempre es la cantera la que más y mejor siente los colores de su gente. Por ello, en una noche tan ardiente en Sevilla, todos ellos miraron al cielo, mientras en el lucero mayor de la luna de mayo ponían la bandera rojiblanca en honor a uno de sus caídos: Antonio Puerta.

Le debían una Copa al bueno de 'Antoñito'. Se la debían todos. En especial, los de la casa. Sus amigos, aquellos que le abrazaron en abril por su gol con la zurda de diamante ante el Schalke 04, para darle la enhorabuena un año y un mes después, en mayo, naturalmente, cuando dijo que iba a tener un hijo. Ese niño que ahora tiene el nombre de otro 'extranjero' que pasó por Nervión. Se trata de su padrino, Aitor Ocio, quien decidió estar en el palco del Camp Nou porque ya siente ese embrujo especial de Andalucía.

Ayer muchas fueron las emociones. Pero todas conducían al mismo sitio. Al cielo de las estrellas, donde una brilla con más fuerza: la de Antonio Puerta. Aquel que cambió la historia para que mayo fuera, ya por siempre, la de los recuerdos sevillistas.