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PARTE DE UN SECRETO

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Se ha levantado un trozo del muerto o del marrón del inacabable 'caso Gürtel', pero el cadáver sigue apestando. Los secretos a medias no son secretos. Ya se sabe que todo el mundo tiene un amigo de absoluta confianza al que se lo cuenta, pero se suele ignorar que ese amigo tiene a su vez otro amigo íntimo de su confianza absoluta al que también se lo cuenta. Por eso, para guardarlos bien, lo mejor es no tener secretos. En el Corán se dice que los secretos pertenecen a Alá, lo que debe interpretarse como una conveniencia de que no los conozca ni Dios. ¿Qué sentido tiene levantar una parte del sumario y no el sumario entero? Quizá la única explicación sea porque pese mucho y, como aquella oronda cantante de ópera a la que el tenor debía coger en brazos en el último acto, haya que hacerlo en varias veces.

La iluminación de esas zonas oscuras que a ningún partido interesa electrificar se ha convertido en un arma. El que tenga más acomodadores infiltrados en las salas ajenas puede ganar las elecciones, ya que los votantes optarán por apoyar a la organización que cuente con menos acomodadores chivatos. A todo hay quien gane, aunque ninguno renuncie a las ganancias. Por ahora la palma y no del martirio, sino del subsidio, se la lleva el grupo de empresas de Francisco Correa. Los movimientos del dinero en efectivo eran tan cuantiosos que tuvieron que adquirir varias máquinas para contarlo. La llamada caja B se convirtió en la caja de Pandora.

El presidente Zapatero ha dicho que espera que el PP «se cueza en su propia salsa». No será lo que en cocina se llama al 'corto caldo'. Mientras, Rajoy no gana para disgustos, pero su modelo no es Churchill, si no Don Tancredo. Quizá confunda la discreción con el autismo. O bien sea como Bono, que cuando le preguntan algo dice eso de «ni hablar del peluquín».