Las tres generaciones de los Gallardo, en el Villamarta el día del pregón. :: JUAN CARLOS CORCHADO
LA VOZ DE LA CONCIENCIA

La saga pregonera de los Gallardo

José protagonizó una intervención fiel a su propia persona; cautivó y conquistó a todo el aforo del Teatro VillamartaEl pregón de Semana Santa supo llegar al purista más riguroso y al cofrade más devoto

JEREZ. Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Con los pregones me ocurre lo que con otras manifestaciones artísticas de índole muy personal en las que la interpretación depende del momento por el que atraviesa el artista. A veces la carga emotiva es tan intensa y apasionada que prefiero dejarla decantarse para hacer la oportuna valoración pasados unos días; volverla a escuchar y, si es posible, a contemplar a través de algún sistema audiovisual. O, si tiene texto, leerla para que, junto al recuerdo que albergamos, se repita el momento que el artista nos hizo vivir, transmitir, etc.

Recitales de cante, conciertos de guitarra, piano u otros instrumentos, incluso lecturas poéticas en las que pasado el tiempo no influyan los aditamentos, puestas en escena y demás pirotecnia que son meros recursos efectistas a los que los artistas mediocres recurren. No saben que pasado el tiempo, esos vanos afeites los delatan, quedando sólo el 'poso' que produce lo verdaderamente bueno, aquello que sólo es capaz de crear la gente con talento.

Debo confesar que a los pregones voy con un cierto escepticismo, porque ya es tan reiterada la temática y tan manidos los argumentos que la mayoría de los pregoneros, a pesar del esfuerzo que hacen, vuelven a los mismos pasajes bíblicos, el Eclesiastés, los Salmos, los evangelios. en suma, a caer en los tópicos de sus antecesores restándole originalidad al suyo.

El pregón de Semana Santa de este año ha tenido, sin embargo, connotaciones diferentes y, aunque lleva el marchamo de la casa de los Gallardo, José ha sabido conjugarlo de forma que le ha inferido singularidad y atractivo. Nos referimos a ese atractivo que tiene lo accesible a un público heterogéneo y variopinto como el que el Domingo de Pasión se congregó en el teatro Villamarta.

Ya desde la presentación de su hijo pulularon los duendes, pues, a pesar de su juventud, rompió el hielo pleno de sensibilidad, recuerdos emotivos y verdades como puños entorno a su padre y a su abuelo, creando una inusual expectación que le valió para predisponer y allanar el terreno a su progenitor.

Tomada la palabra, José supo llegar desde al purista más acendrado y riguroso hasta el cofrade más devoto, como al jerezano de a pié que entiende la Semana Mayor como una manifestación artística de sabor popular y raíces flamencas. Y es que José hizo un pregón fiel reflejo de su persona; me atrevería a decir que a lo largo de las dos horas que duró el acto se abrió en canal con su verdad, permitiendo que lo allí presentes entráramos en él hasta los tuétanos.

No es nada fácil contentar a todos los públicos; de ahí que no transmitan los pregones excesivamente técnicos, espirituales, desbordantes de lirismos, aquellos acérrimamente litúrgicos o cerradamente cofradieros. Como decíamos, José Gallardo ha compuesto su pregón tal cual es, llegando con él a todos los corazones. Como hiciera nuestro universal Federico con su poesía, quien, sin proponérselo, cautivó a los más ortodoxos y puristas así como al pueblo llano, obteniendo su obra un calado tanto academicista como popular. Quiero decir con esto que José Gallardo cautivó y conquistó -cosa realmente harto difícil- a todo el aforo del Teatro Villamarta, que, rendido a su pregón, prorrumpía en aplausos y olés al rematar poéticamente cada una de sus intervenciones.

Sabor flamenco

El pregón tuvo flamenquería a raudales, pues, tomando por ejemplo letras rotundas de nuestros cantes, fue decorando su semblanza poética en torno a su vida y la Semana Santa, la que como gitano de Jerez tiene llena de vivencias y máximas de ese sentencioso cancionero como es el de la soleá, la siguiriya, la bulería; letras que aplicó con incuestionable acierto, ya fuera como creyente como cofradiero o en sus mensajes de Fe y Esperanza y en aquellos en recuerdo a sus mayores. O en los de aceptación a la vida: lo que está de Dios, a la mano se viene; recordando a su suegra Mercedes Rincones.

El pregón, en su mayoría medido y rimado, estuvo lleno de lirismo con imágenes que todavía andan flotando en la mente y en los corazones de los que allí estuvimos presentes. Tal es las que dedicara a Jesús Nazareno: Cristina parece el delta, / de un Nilo egipcio morado, / con luciérnagas violetas, / que avanzan por sus dos lados. / El paso del Nazareno, / dorado barco de lirios, / navega por la corriente de faroles y de cirios.

O aquellas otras figuras poéticas que llenas de compás recitara aduendado cuando cantara a la Buena Muerte: Viernes Santo jerezano, / noche de la Buena Muerte, / hay un manto de silencio, / que va cubriendo a la gente / y se escucha una saeta, / frente los naranjos verdes.

O las que tan sencillas, lleno de Esperanza y Fe, les dedicara a Jesús del Prendimiento: En los bancos del Asilo, / de la calle de la Sangre, / me siento y busco el cobijo, / de mis penas y mis males.

Así, sucesivamente, fue haciendo un recorrido por la Semana Santa jerezana, a la que supo exornar como nadie, sobre todo con las acertadas estrofas dedicadas a sus mayores y las máximas y los refranes que a lo largo de su existencia ha ido albergando y que componen la hermosa liturgia de su vida. Si a su sensibilidad y conocimientos sumamos el inigualable aporte de un entorno eminentemente pregonero, hallamos a un José Juan Gallardo Quirós poseedor de un bagaje idóneo para ofrecer un pregón tan jerezano como popular, el que, como dijéramos al principio, caló en todas las almas, órdenes y estatus sociales.

Ni que decir tiene que, inmersos en ese ambiente, cualquiera de los hijos de Antonio Gallardo o de sus casi veinte nietos son pregoneros en potencia. Bueno, de momento tenemos a un inminente candidato: Antonio Gallardo Monje, con lo que la saga continua. Mi felicitación a las tres generaciones.