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¡Que empiece ya!

Cuatro campeones en liza, Alonso en Ferrari, Schumacher renacido, 24 coches... La F-1 recupera la máxima atención

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Una de las preguntas más formuladas desde que nació 2010 es ¿cuándo arranca la F-1? Ha pasado la disciplina más veloz de ser un producto previsible, aburrido y desigual, que sólo contentó en 2009 a los fieles y puristas, a recuperar su potencial de consumo universal que lo mismo llama al niño, que al futbolero o el ama de casa. La clave se fundamenta en apellidos ilustres y en los nombres de las 'major', las escuderías que mejor saben de qué va esta historia. En lo que al mundo latino se refiere, el culpable no es otro que el binomio Ferrari-Alonso. Su simple pronunciación llega a los aficionados en forma de sonido celestial. No es para menos, dado que se ha consumado la unión entre el mejor equipo y el, dicen, piloto más eficaz de cuantos viven en el Olimpo del motor.

Si de por sí la noticia de ese matrimonio sirve para reactivar el interés de quienes tiraron la toalla los dos últimos años al no ver al ovetense flirteando con la corona, adivinarle a mandoblazo limpio sobre el asfalto con otros tres campeones del mundo acerca al aficionado al orgasmo. La prueba tiene una medida inequívoca. Más de 30.000 personas presenciando en Valencia y Barcelona un tiovivo de vueltas y paradas, también en días laborables, sin mayor interés que el que emanan los ases del volante, aunque en el caso patrio la esencia se reduce al 'Nano'. Efecto Alonso, efecto Ferrari. No hay otra explicación.

En La Sexta, propietaria de los derechos para España, tienen la manos en carne viva de tanto frotárselas. No es para menos. Las cifras no les salieron el pasado campeonato, reducido a lacrimógenas entregas de lo 'injusta' que era la vida con el bicampeón asturiano. Tampoco ayudó en las audiencias el mónologo de Button y Brawn, contestado demasiado tarde por Red Bull. La sombra del 'pufo', traducido como doble difusor, fue un argumento más, innecesario, en las voces de quienes necesitan justificarse a diario. Es el negocio, claro, porque habrá quien crea a pies juntillas la propagandística interpretación de una realidad, la F-1, que data de 1950.

De la Rosa

Tranquilos. Este año habrá para todos. Si se quiere dibujar el 'continental circus' como un producto cada vez más de este lado de los Pirineos, adelante. Pero a ver cómo se justifica el baile de incidencia en lo noticiable. Porque Alonso está en la cresta de la ola, cierto, pero Pedro de la Rosa -sin duda el piloto más respetado, al que cualquier aficionado que tenga dos dedos de frente le reconocerá que le deba prácticamente todo cuanto sabe de este negocio- llega con vitola de becario, cerca de los 40 años, al volante de un BMW-Sauber-Ferrari (lo de las uniones de conveniencia es de traca). Está más afilado que nunca, reducido su peso corporal en un buen puñado de kilos. No, no lo necesitaba, pero en esta modalidad, cada kilo que no deba transportar el coche se traduce en tiempo, en unas décimas que cotizan más alto que el metro cuadrado junto al puerto de Montecarlo. Casualidades de la vida, el barcelonés llevará el 22 en su bólido, ¿les suena? Indaguen, es un juego muy sencillo. Y también está Jaime Alguersuari, crecido en el seno de Toro Rosso. Y no faltará un equipo con aroma español, murciano para más señas: el Hispania, que no es otro que el cuerpo inerte del Meta Campos devuelto a la vida con una inyección económica de la comunidad pimentonera, a la que ha entrado un ataque de cuernos y quiere contestar con parte de dinero público y parte aportada por el empresario dueño del CB Murcia de la ACB.

Pero seamos serios. Hablemos de los cuatro apellidos que orlan la temporada soñada, siempre sobre el papel. Fernando Alonso en versión ferrarista; las joyas de su graciosa majestad unidas, cómo no, en el equipo británico por excelencia: Button y Hamilton compartiendo techo en McLaren; y, la bomba del año, el regreso del 'kaiser', casi una aparición mariana, la de Michael Schumacher y su siamés Ross Brawn, el genio de Manchester que firmó el diseño de los siete coches con los que fue campeón del mundo. Con tanto percal ya había de sobra para que los planes dominicales regresan al aperitivo en casa: vermú y aceitunas consumidos con voracidad en el momento de la salida del Gran Premio de turno.

Desde la década de los 60

Cuatro campeones del mundo con opciones. No sucedía desde finales de la década de los 60, cuando hubo incluso uno más. Era la época de Graham Hill, Hulme, Surtees, Brabham y Clark. Éste dejó su hueco a otro as, Stewart. Aunque no posean título alguno, no deberían ser descartados de las quinielas en 2010 Vettel y Webber, ya que sus Red Bull parecen seguir contando con las alas necesarias para estar en la pomada. Ferrari, McLaren, Mercedes, el guiño al pasado de Lotus... sonido celestial en la parrilla de salida.

Cambio de reglamentación; nuevo formato de reparto de puntos; sin repostajes; 24 coches en pista; irrupción del petro-rublo a través de Renault, con Lada como patrocinador, Petrov al volante de la segunda unidad y Putin avalando la presencia gubernamental en el proyecto; la genética de Senna reencarnada en su sobrino Bruno; insolentes currículos de jóvenes veloces como el ya conocido Kobayashi o el carioca Di Grassi; extrañas alianzas... pasen y vean. Merecerá la pena.