COMPLEMENTO CIRCUNSTANCIAL

LOS MOHOSOS

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A este invierno frío le quedan apenas dos telediarios. Veinte días para ser precisos, que es un término muy del gusto de la meteorología, una ciencia de la que últimamente se habla mucho, tal vez demasiado. Veinte días para que llegue la primavera y para que podamos ver el color al que el cielo nos tenía acostumbrados antes de que empezara lo del cambio climático. Dicen los que entienden, y parece que son muchos, que lo del calentamiento global va para adelante a pasos agigantados, algo que cuesta creer cuando sale uno por las mañanas -¿calentamiento de qué?- y se defienden de las críticas distinguiendo de forma exquisita entre clima y temperatura. Dicen que efectivamente la temperatura es baja, normal para estas fechas, lo cual no invalida el proceso este de calentón en el que andamos metidos y que nos va a llevar a la hecatombe si antes no nos lleva una riada, una inundación, un rayo, un terremoto o una tormenta perfecta como la que nos quedamos esperando el pasado sábado, que todo puede ser.

Demasiada catástrofe natural, que es la forma más políticamente correcta que se me ocurre para tanto desastre, no puede ser casualidad. Terremotos, tsunamis, huracanes, ríos desbordados. Jerez, Chile, Japón, Francia. Demasiados avisos como para ir mirando hacia otro lado. Algo se está calentando, o quemando. Los seguidores de Gore dicen que la culpa la tienen las emisiones de gas, pero Evo Morales -cuyas apariciones públicas nunca sabremos valorar lo suficiente- siente que la madre tierra se enoja y se revuelve por culpa de las políticas neoliberales que destruyen el medio ambiente. Ea, pues a ver si se le pasa el mosqueo y nos da una tregua, que con tanta agua no va a hacer falta que aparezca el cuadro de Costus para ver a los mohosos por la calle.