Los usuarios tienen que realizar las actividades con los cubos que recogen el agua. :: A. VÁZQUEZ
CÁDIZ

El Polideportivo del Centro Histórico, un goteo de despropósitos

Los fallos de estructura como las goteras, la ventilación, y la ausencia de fuentes, se unen a las quejas de organización La instalación acumula protestas sin cumplir aún dos años de su apertura

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Lo nuevo, no siempre es lo mejor. Y, si no que se lo pregunten a los usuarios del Polideportivo Centro Histórico. Sólo ha pasado un año y ocho meses desde que los representantes del Ayuntamiento y la Junta de Andalucía, -que comparten la titularidad al 50%- vendieron en su inauguración las bondades de las instalaciones.

Cumplido ya con creces el periodo de prueba, este equipamiento público no ha conseguido el visto bueno de los que acuden allí a jugar al fútbol, al pádel o a hacer musculación. Las carencias de la estructura del edificio fue lo primero que comenzó a dar problemas desde su apertura. Así, las goteras de la pista interior han ocasionado algún que otro incidente entre los deportistas, que han visto peligrar su integridad física, además de provocar que se suspenda más de un partido.

El último caso se produjo este fin de semana cuando el Zona Franca de Cádiz y el Universidad de Sevilla tuvieron que aplazar su partido de Liga por los charcos del pabellón. «Estuve a punto de partirme una pierna jugando un encuentro porque la pista estaba mojada», señala Jaime Rodríguez Alsedo. «Cuando llueve es más seguro jugar al fútbol en la pista exterior. Dentro he llegado a ver hasta 15 cubos de agua», cuenta Jaime Martínez Aniceto.

Pero tampoco los que practican este deporte al aire libre se libran de los peligros de las instalaciones. «No hay red y cuando salimos con las botas a coger el balón esta cuesta es como una pista de patinaje, si no vas con cuidado puedes caerte» explica Juan Antonio Montero Lozana, quien también asegura que «en uno de laterales hay una pared y en otro una valla a la altura de la cintura y están tan cera de la pista que más de una vez nos hemos golpeado o raspado con ellas».

Las quejas también se centran en la falta de fuentes para beber agua, o en la mala ventilación sobre todo, de la sala de musculación. «En verano aquí no se puede estar, el techo metálico y la cristalera convierten esto en un invernadero», cuenta Paqui Charivet. Pero junto a las deficiencias del edificio, los usuarios insisten en otras carencia organizativas como la escasez de clases guiadas por monitores -sólo hay dos por la tarde de gimnasia de mantenimiento-, y el reducido horario de apertura al público. «Es difícil compatibilizar el deporte con estos horarios. Cierran a la una y no abren hasta las cinco», cuenta María del Mar Castro. Sin duda, el invierno por la lluvia, y el verano por el calor, deja a los del casco histórico, sin ganas de hacer deporte.