MUNDO GUERRERO

Un mal lunes

La última matanza en Estados Unidos ocurrió el pasado lunes. Otro lunes sangriento como el que inspiró a Bob Geldof y su 'I don´t like mondays'

MADRID Actualizado: Guardar
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El pasado lunes fue el último de Aaron Alexis. Pero antes de caer abatido por los disparos de la Policía se llevó por delante a trece personas en las oficinas centrales de la Marina, en Washington. Alexis, un reservista de las Fuerzas Armadas de 34 años y que en ocasiones escuchaba voces, inició el enloquecido tiroteo a las 8.20 de la mañana. La matanza fue portada en todos los periódicos de Estados Unidos. Otro lunes madrugador y sangriento. Igual al que inspiró el lunes más cantado de todos los tiempos, el célebre ‘I don´t like mondays’ con el que Bob Geldof (Irlanda, 1951) y su banda The Boomtown Rats (que aquí pronunciábamos botomrats) alcanzó el ‘número uno’ en las listas británicas de 1979.

Aquella canción se inspiró en un episodio real, en otra carnicería igual de cruel e irracional que la del pasado lunes en Washington, una matanza también perpetrada un lunes, el lunes 29 de enero de 1979. Aquella mañana, Brenda Ann Spencer, una adolescente de 16 años, se apostó en una de las ventanas de su casa que daba a la escuela en la que estudiaba, la Cleveland Elementary School, de San Diego (California). Sacó el rifle semiautomático que le había regalado su padre por Navidades (ella había pedido una radio, pero el señor Spencer decidió ‘obsequiarle’ con un fusil, una tradición que se mantiene muy viva en Estados Unidos), montó la mira telescópica y cargó el arma con 500 balas. Brenda se encerró en el salón, abrió la ventana y esperó a que sonaran las campanas que anunciaban el inicio de la jornada escolar.

Sobre las ocho de la mañana empezó a disparar en dirección al colegio. Las balas silbaban por todos lados. Los niños corrían entre empujones y gritos tratando de refugiarse en sus aulas de aquellas ráfagas de furia. Brenda Ann Spencer no dejó de apretar el gatillo hasta que, seis horas después, se le acabó la munición de su Ruger del calibre 22. Murieron dos personas, el director del colegio, Burton Wragg y el conserje Mike Suchlar. Lo hicieron de forma heroica. El primero, al proteger a Chris Stanley, un niño de 9 años que perdió un trozo de corazón. Y el segundo al tratar de ayudar a su jefe a levantarse del suelo. Curiosamente, treinta años más tarde, Chris Stanley, el niño salvado por el director, trabaja en una escuela cercana como maestro y aún se emociona cuando recuerda a sus salvadores: “Ellos son los auténticos héroes de esta historia. Como digo a mis alumnos: si la vida te da solo un limón, sé capaz de hacer con ello un buen guiso”.

"No tenía ninguna razón"

Pero volvamos a la loca trinchera del salón de Brenda Ann Spencer, que, al contrario de lo que suele pasar en estos casos, no guardó el último plomo para ella. Mientras en el colegio, los equipos médicos atendían a los heridos (solo hubo nueve gracias también a la rápida actuación de los dos adultos fallecidos), la Policía irrumpió en la casa de la adolescente y la detuvo sin resistencia ni forcejeos. Cuando la conducían esposada, alguien le preguntó: “Pero por qué lo has hecho”. Ella se ajustó las gafas, se retiró el pelo y respondió con gravedad: “No me gustan los lunes. Solo lo hice para animarme el día. No tengo ninguna razón más. Lo hice por divertirme. Vi a los niños como patos que andaban por una charca y un rebaño de vacas rodeándolos… eran blancos fáciles”.

Brenda Ann Spencer fue condenada a un mínimo de 30 años de prisión en una cárcel para mujeres, donde actualmente cumple pena, a pesar de que en reiteradas ocasiones ha reclamado la libertad condicional. La última vez se le denegó en 2009 y no la puede volver a solicitar hasta 2019, a pesar de que hace doce años la joven acusó a su padre de haberla sometido a palizas y abusos sexuales, que le provocaron el trastorno que le llevaría a disparar indiscriminadamente aquel lunes de 1979. Él negó las acusaciones.

Solo un mes después de la tragedia, Bob Geldof y los ‘botomrats’ estrenaban en el teatro de San Diego la famosa letra de ‘I don’t like mondays’ (tell me why) que en la primavera de 1979 ya era número uno en las listas británicas. En Estados Unidos permaneció un tiempo censurada. Qué duros son los lunes… aunque en algunos sitios suenan peor que en otros.