revueltas en el mundo árabe

Fuegos artificiales en Libia para celebrar su revolución

Se cumple un año del levantamiento popular en el país, que acabó con los 42 años de dictadura de Gadafi

TRÍPOLI Actualizado: Guardar
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En un ambiente de alegría y euforia, los libios han salido a las calles para celebrar el primer aniversario de la 'Revolución del 17 de febrero', que acabó con el régimen del fallecido Muamar Gadafi tras ocho meses de conflicto armado. Sin embargo, el entusiasmo que desde anoche inunda las calles de muchas ciudades, especialmente Trípoli y Bengasi, contrasta con la plomiza marcha de la transición política, inmersa en numerosas dificultades administrativas, políticas y de seguridad.

Miles de personas acudieron hoy al rezo del mediodía en las distintas mezquitas del país, coincidiendo con el aniversario del día en el que los libios rompieron con cuatro décadas de silencio, el 17 de febrero de 2011. La gente salió a las calles con la bandera de la independencia y carteles en los que mostraban su alegría por la victoria frente a las fuerzas de Gadafi, que no se rindieron hasta el 20 de octubre, tras ocho meses de intensos combates. Las mezquitas también se unieron a las celebraciones y la euforia llegó hasta los altavoces de los alminares, desde donde se han lanzado alabanzas a Dios con motivo de las fiestas. En Trípoli, las celebraciones se concentraron en la Plaza de los Mártires, donde se espera que continúen todo el día hasta la noche.

En las celebraciones de hoy, por primera vez desde el estallido de la revolución, las armas no han sido protagonistas de los festejos, en respuesta al llamamiento del presidente del Consejo Nacional de Transición (CNT), Mustafa Abdulyalil, y de las autoridades religiosas, que han prohibido los disparos al aire. Los fuegos artificiales han sido los encargados de sustituir a las ensordecedoras descargas de metralletas y baterías antiaéreas que tanto gustan a los milicianos cuando hay algo que celebrar. La presencia de brigadistas era visible en las principales calles, donde permanecían desde la noche del jueves para garantizar la seguridad durante la jornada festiva, que continuará el sábado.

Pero no sólo la conmemoración de las revueltas alegra los espíritus de los ciudadanos, muchos tripolitanos, especialmente aquellos con dificultades económicas debido al paro y al encarecimiento de los precios, muestran su regocijo por el anuncio del CNT de entregar 2000 dinares (unos 1.200 dólares) a cada familia y otros 200 a cada miembro no casado. Sin embargo, los simpatizantes del régimen de Gadafi, que se acercan a los periodistas con precaución, como Muhamad, consideran que toda la alegría "es falsa". Y es que el CNT no ha encontrado un sólo momento de respiro desde el fin del conflicto armado.

Una ciudad en plena reconstrucción

La ausencia de instituciones ha bloqueado el país durante meses, los bancos no admitían transferencias hasta recientemente, las líneas de teléfono todavía no funcionan correctamente, el sistema judicial aún no está a pleno rendimiento, los cuerpos de seguridad no tienen músculo y muchas milicias se resisten a obedecer las órdenes del Gobierno. Las fronteras aún siguen sin estar aseguradas, ni siquiera los principales pasos, como el de Ras Yedir con Túnez, que se abre y cierra intermitentemente debido a incidentes armados en el lado libio.

La unión de brigadas y milicias rebeldes del oeste del país aseguró el jueves que no veía con claridad la posibilidad de que comience dentro de dos meses el juicio contra el hijo de Gadafi Seif al Islam en Trípoli, poniendo en entredicho unas palabras de Abdulyalil. Pero aún mas claro fue el Consejo Militar de Sebha (sur), que pidió al CNT que prestara más atención al sur del país donde toda la responsabilidad de la seguridad recae en los milicianos, algunos de los cuales, según varias ONG internacionales, imponen su propia ley.