Antón, tras ser detenido esta última vez junto a su hijo.
Antón, tras ser detenido esta última vez junto a su hijo. - LA VOZ
SUCESO

Antón repite su propia historia

El conocido narco de Barbate vuelve a prisión después de que en noviembre la Guardia Civil lo sorprendiera pilotando una lancha cargada con 240 kilos de hachís

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Esta vez han sido 240 kilos de hachís los que han llevado a Antonio Vázquez Gutiérrez, alias ‘Antón’, a Puerto II. La Guardia Civil volvía a pillar en noviembre a este popular narco de Barbate pilotando una lancha cargada con ocho fardos de droga. Impertérrito, como si no fuera con él, Antón observaba como los agentes del Servicio Marítimo de la Guardia Civil registraban su embarcación tras darle el alto avisados por los controles del SIVE. Lo que no se esperaban los funcionarios es que a los mandos de esa lancha que habían parado estuviera el mismísimo Antón, y menos aún, que le acompañara su hijo de 17 años, al que también se detuvo. Ya era un hecho y no una sospecha.

Este viejo conocido del narcotráfico volvía a estar en el negocio.

Su historia está relacionada con los peores momentos de la imagen de Barbate, cuando el tráfico de drogas asoló el municipio y él, como otros miembros de su familia, no dudaba en hacer una clara ostentación de sus oscuras ganancias presumiendo de coches de alta gama, nuevas casas e incluso, mascotas tan particulares como un cachorro de león que paseaba con alegría por el paseo marítimo de su pueblo.

«Es parte del juego»

En su localidad y en zonas como Zahora o Los Caños sabían que Antón no dudaría en volver a las andadas. «Sabe lo que hace. Asume perfectamente que su detención forma parte del juego. Lo que pasa es que esta vez le ha tocado perder», cuenta un conocido suyo que no se sorprende porque haya llevado a su hijo por el mismo camino. «Él mismo aprendió de su padre». Se refiere a Antón Viejo, parte fundamental de este afamado clan familiar.

Un agente registra la lancha que pilotaba Antón cuando fue capturado
Un agente registra la lancha que pilotaba Antón cuando fue capturado - LA VOZ

La última vez que se había hablado de las correrías delictivas de Antón fue en septiembre de 2014. Entonces, la Guardia Civil lo arrestaba en su casa de Zahora por pertenecer presuntamente a una trama de distribución de cocaína en Barbate y Conil. Tras declarar en los juzgados fue puesto en libertad con cargos a la espera de juicio. Tras aquel traspiés, ha tardado algo más de un año en tener otra cita que anotar en su agenda judicial.

«Sabe lo que arriesga. Su detención forma parte del juego y esta vez ha perdido», cuenta un conocido

El clan de Antón fue desmantelado en el año 2000 por la Guardia Civil, en la llamada ‘Operación Espejo’, en la que se aprehendieron 1.500 kilos de hachís, y fueron detenidas una veintena de personas e incautados numerosos bienes. La Audiencia le condenó a tres años y medio de prisión pero un año después se le concedió la libertad por superar el máximo tiempo de condena sin sentencia firme. Después de este episodio fue de nuevo apresado por conducir sin carné y ebrio. Se le condenó por este asunto pero al no tener antecedentes no fue a la cárcel. Pero su historial no quedó aquí.

En el año 2004, hacía caso omiso a una orden judicial que le obligaba a presentarse en un centro penitenciario tras perder uno de los recursos que tenía pendientes y se ordenó su busca y captura. A los seis meses volvía a aparecer. Lo hacía para toda España en una entrevista que desde su escondite concedía a un programa de televisión. Con el descaro que le había caracterizado siempre, Antón alardeó de su condición de fugado de la ley, y presumió de ser un motor para la economía de Barbate.

Además, no dudó en burlarse de la recompensa que ofrecían para quien diera alguna información sobre su paradero. Según afirmó, los 3.000 euros que se prometían eran «muy pocos». Sobre todo para él que se jactaba de ganar 180.000 euros «limpios» con su negocio a cuenta de los 3.000 euros que se podía sacar una noche en uno de sus viajes cruzando por mar la frontera.

Los responsables políticos de entonces calificaron sus palabras como «vergonzosas y muy dañinas» para la imagen de la localidad barbateña que luchaba por desprenderse de esa etiqueta para poder evolucionar y crear oportunidades nuevas para sus jóvenes. Además, aseguraron que el propio carácter de Antón era el que le hacía ir a buscar los medios para vanagloriarse de sus ‘éxitos’.

Poco después era detenido y a final de ese año, el Supremo confirmaba la segunda condena. A partir de entonces, Antón dejó de ser noticia. Tras salir de la cárcel permaneció un tiempo en Marruecos hasta que regresó a su pueblo y ahora, de nuevo, a Puerto II.

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