EXTERIORES ROBADOS

PATIO BARROCO

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Asaltan cien misterios al paseante que se topa con el increíble patio que esconde la calle Santiago Terry de Cádiz: esa escalera monumental, ¿será el capricho de un comerciante visionario, o un vestigio de una casa conventual precedente?, esos arcos elípticos... ¿Serán un delirio de un olvidado Borromini gaditano, o el recurso para transformar un palacio en vivienda? ¿Cómo puede explicarse que exista un patio idéntico en Feduchi, 8?

Como quiera que sea, el patio pregona una lección: es posible conciliar la comodidad y el arreglo con la conservación exquisita del patrimonio. Ahí están, entonando un canto coral al pasado de Cádiz, los azulejos centenarios (no eliminados para tapar sus faltas), el brocal, con su tapa y su fantástico pescante de forja del que pende la polea, el pavimento de mármoles añejos, los pasamanos de caoba, los escalones originales. Un orgullo que exhiben legítimamente los vecinos, hacedores del prodigio. La inexorable destrucción de este patrimonio no suele provenir de los vecinos, sino de las empresas 'de rehabilitación', atentas sólo a su idea de vivienda fácil de vender. Resulta terrorífico ver salir los camiones de escombros de tantas fincas venerables, sin que ninguna Administración haga el más mínimo esfuerzo porque se preserve lo que hace de Cádiz una ciudad irrepetible.