infraestructuras

El puente que cambiará la vida de Cádiz

Los gaditanos toman conciencia del final de la obra y admiten que su apertura transformará los hábitos como ya lo hizo el primero, en 1969, y el soterramiento, en 2002

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La obra del segundo puente de Cádiz ha iniciado la cuenta atrás para su terminación. Todo apunta, si el programa de obras sigue con el ritmo marcado, a celebrar una especie de preinauguración antes de las elecciones municipales de mayo de 2015. No se descarta para ello un acto simbólico el 19 de marzo, Día de la Provincia. Es decir, el grueso de la obra estará finiquitado la próxima primavera, a falta sólo de los remates finales. Restará entonces la colocación de las señales viarias, los paneles informativos, las defensas y barreras laterales, la iluminación y toda la infraestructura que regulará la entrada y salida a la capital. De momento, no se ha fijado en el calendario una fecha definitiva para su apertura al tráfico, aunque se calcula que la inauguración oficial tendrá lugar antes de la celebración de los comicios generales, previstos para noviembre del año que viene. Los trabajos siguen a toda máquina en las pilas centrales y se han doblado los efectivos para completar el tablero que afecta a la zona del Río San Pedro.

Mientras que el proyecto encara la recta final, vecinos y comerciantes ya empiezan a tomar conciencia de que la construcción del puente toca a su fin después de siete años de obras. Todos coinciden en advertir que la apertura del nuevo acceso supondrá un cambio radical en los hábitos de los gaditanos. Se trata de una transformación parecida a la ocurrida en Cádiz en octubre de 1969 con la apertura del puente Carranza. La inauguración del primer acceso supuso un hito para la Bahía al reducir de golpe los tiempos de viaje y favorecer la conexión con Puerto Real. Se eliminaban de un plumazo 20 kilómetros de recorrido. La unión de las dos orillas entre el Trocadero y la Zona Franca rompía con el aislamiento de la capital. Ahora, 46 años después, la Bahía se prepara para tender un nuevo puente entre los dos extremos. Sin embargo, su estreno no tendrá el mismo impacto social que tuvo el de Carranza. El efecto será más visual, tecnológico y novedoso, si cabe, que el de Carranza, aunque todo apunta a que la repercusión será muy beneficiosa para la economía gaditana.

Para unos, la presencia del puente de la ‘Constitución de 1812’ es sinónimo de ventaja, algo que no comparten quienes empezaron a sufrir las consecuencias de esta faraónica inversión en la primavera de 2007 con el inicio de las obras en la glorieta de El Corte Inglés. Nunca llueve a gusto de todos. Se trata de un debate que genera apoyos y controversias a un año de su terminación. Es la cara y la cruz de una obra que ha cambiado la fisonomía de la Bahía y transformará la vida de los gaditanos. El presidente de la Asociación de Comerciantes Cádiz-Centro, Manuel Queiruga, reconoce que es una obra que «se tenía que haber proyectado mucho antes» y considera que el comercio de la ciudad será uno de los grandes beneficiados con su apertura. Es la opinión que comparte también el empresario Jerónimo Carrasco, que advierte en el nuevo acceso un importante polo de atracción turística. Carrasco sostiene que la apertura «permitirá dividir y redistribuir el tráfico en el casco urbano de la capital», sin embargo, esta opinión no la comparten desde la asociación de vecinos de Astilleros, afectados directamente por el impacto del puente. En opinión de algunos de sus representantes, la inauguración del viaducto traerá para el barrio «polución y contaminación acústica», ya que el tráfico se volcará en la avenida de Las Cortes.

El Río San Pedro toma cuerpo

De cualquier forma, la obra sigue adelante a un ritmo frenético. LA VOZ ha podido comprobar que se trabaja a tres turnos diarios, incluidos los fines de semana y los festivos. Unas 200 personas se encuentran en el escenario de las obras y la actividad se concentra en las pilas 12 y 13, con la colocación del tablero atirantado, y en las inmediaciones del Río San Pedro, donde se trabaja a destajo en la terminación de la plataforma. La instalación del tablero atirantado ya ha superado su ecuador con la colocación de algo más de 600 metros y el ajuste de 74 tirantes, de los 176 que comprenden la estructura. Se ha sobrepasado, por tanto, el ecuador de esta complicada maniobra, que consiste en la instalación de 1.180 metros de tablero, de los que 540 discurren entre los dos ejes centrales. Los carros de izado, colocados en los extremos, elevan cada quince días dos dovelas de unos 20 metros cada una. Este periódico ha podido saber que el proyecto sufrirá a partir de ahora un importante acelerón para culminar con ello la instalación del tablero antes de que llegue el invierno. Está previsto que el tablero que discurre entre las dos pilas centrales culmine en octubre. La empresa sevillana Tecade tiene seccionada la totalidad de la estructura en el Bajo de la Cabezuela. Todas las piezas están acabadas. En tierra se ajustan los bloques para su izado y, una vez colocados en altura, se procede a su ensamblaje.

La obra sufrió su tercera reprogramación a primeros de este año con el ánimo de cumplir, de una vez por todas, con una fecha clara en el calendario para su terminación. Así, encofradores, soldadores y gruistas fueron reclutados a finales de 2013 para esta nueva etapa. La contratación no ha bajado. Al contrario. Dragados tiene previsto entregar el puente en 2015, con casi tres años de retraso y un sobrecoste de 200 millones de euros. Esta nueva organización y coordinación de los tajos, amén de la comunicación entre Fomento y la empresa adjudicataria, es fruto de la entrada del nuevo director de la obra, Fernando Pedrazo, que se hizo cargo del proyecto en noviembre de 2013.