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'La Merced' se viste de luto en el velatorio de Mariana Cornejo

El funeral se celebrará mañana en la iglesia de Santa María a las 12.30 horas

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El cuerpo de la cantaora de flamenco gaditana Mariana Cornejo Sánchez, conocida artísticamente como 'Mariana Cornejo' y también como 'Mariana de Cádiz', fallecida ayer a los 66 años de edad, ha sido trasladado esta mañana al centro de arte flamenco 'La Merced' para su velatorio.

El funeral está previsto que se celebre en la Iglesia de Santa María, a los pies del Nazareno, a las 12,30 horas de mañana viernes.

Por el centro de arte flamenco 'La Merced' han pasado ya esta mañana compañeros y amigos de Mariana Cornejo quienes han querido acompañar a la familia en este duro trance. La sorpresa por la trágica noticia del fallecimiento de la artista ha marcado las reacciones de quienes se han acercado al velatorio. Entre otros han estado figuras del cante y el flamenco como David Palomar, Rancapino, Carmen de la Jara, también del carnaval, como Ramoni y otras personalidades como Guillermo Boto o el rector de la Universidad de Cádiz, Eduardo González Mazo, quien se ha fundido en un abrazo con la hija de Mariana. Todos ellos han insistido en la importancia de su pérdida y han recalcado el caracter alegre y vitalista de Mariana "se ha nos ha ido la alegría", ha sido la frase más repetida.

Un talento indisimulable

Mariana de Cádiz nació en 1947 a medio camino entre La Viña y el Mercado, en Pasquín o la Cruz Verde según la fuente de documentación consultada. Vocacional y predestinada, vivió junto al flamenco desde cría gracias a su tío Canalejas de Puerto Real. Admiradora de la Paquera de Jerez (llegaron a presentarla como 'Paquera Chica' o 'Paquera de Cádiz') probó como tantos en concursos y programas de radio pero con la ventaja de tener un talento indisimulable. Descubierta casualmente -mientras cantaba en casa remedando a Juanito Valderrama- por el pianista Carlos Domínguez, ganó en el Teatro Falla uno de esos certámenes y ya empezó a recorrer escenarios, festivales.

Muchos años de parón

Sin embargo, presa de las costumbres sociales de su época, su padre le impidió viajar a Madrid, mucho menos a América, donde la reclamaban figuras como Aurelio Sellés. Despuntó como prometedora estrella infantil pero su carrera se detuvo después. Le llegó el matrimonio y la maternidad. Quizá por decisión personal, quizás por la costumbre de la época que le tocó vivir, apostó por la familia, se volcó en ella y eran tiempos en los que no se estilaba tratar de compaginar el mundo doméstico con una carrera profesional.

Tanta fue su discreción que no grabó su primer disco hasta los 41 años, ya en 1988, con la discográfica Pasarela: 'Cosas de Cai', un homenaje a los barrios de su querida ciudad. Pese a retomar tarde su trayectoria, ya nunca paró, nunca dejó de hacer y disfrutar, con un carácter vitalista contagioso.

Vendrían más discos como 'Fiesta en Cai' y 'Dos mundos cantan', un trabajo colectivo con artistas con los que compartió flamenco y amistad. La mayor popularidad, sin embargo, le llegó de forma anecdótica. Un anuncio de televisión, una promoción de un producto como la lejía la convirtió en un rostro familiar en toda Andalucía. Fue de esas casualidades sin explicación. Todos los niños, miles de personas, canturreaban lo que decía en el spot. Ella misma no se lo explicaba: «Desde ese momento, todo fue rodado. Tuve reconocimientos, grabé discos y empezaron a sucederse las actuaciones», admitía en una entrevista en 2009. Ya se hizo habitual de programas especializados y festivales de renombre.

Mucho más que alegría

Los expertos la definen como una maestra, con pocas comparación posible, de recovecos del flamenco tan complejos como la soleá o las cantiñas, además de las inevitables alegrías por chuflillas, pero su mayor celebridad acabó por ser accidental. Sus circunstancias vitales impidieron que tuviera una carrera más larga y, sobre todo, un reconocimiento mayor a su talla flamenca, infinitamente mayor que la simpatía y la gracia.

Eso sí, se lleva el amor de su ciudad por ser cercana, carente de presunción y vanidades. Fue una cantaora de su casa y de su tierra que pocos, lejos de su tierra, alcanzaron a tasar. Quizás ahora que se ha ido, como sucede tantas veces, su figura artística alcance la dimensión que los iniciados le otorgaban.

FOTOS: Mariana Cornejo, una vida de arte