ARTISTA. Mariana Cornejo ayer en el Museo de Cádiz. / N. REINA
MARIANA CORNEJO CANTAORA

«Hasta en Japón me piden los tanguillos de Cádiz»

La artista recupera cantes «casi perdidos» en su nuevo disco 'Cádiz por cantiñas', elaborado con las anotaciones de Antonio Murciano

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En los corros negros que danzan alrededor de la llama ancestral del duende, muchos conjuran para que en el siglo XXII existan cantaoras como Mariana Cornejo. Explosiva -porque nació en 1947 en la calle Pasquín-, arrolladora, altísima en sus escalas artísticas, a pie de calle en el trato como una hermana, tía, como la madre de todos los flamencos de Cádiz. Considerada si cabe más fuera que dentro del telón de acero de Puerta Tierra Mariana Cornejo, vuelve a tirar de la fuerza interior de su resuelto optimismo para rescatar el pasado. La cantaora es de nuevo la arqueóloga de los cantes de Cádiz con un nuevo disco que ha producido la Agencia Andaluza del Flamenco con las cantiñas de la tierra (como las de su tío Canalejas de Puerto Real) y que presentó ayer en el Museo de Cádiz.

-¿Por qué las cantiñas?

-Hace mucho que quería recopilar los cantes perdidos y muchos de ellos eran cantiñas. El disco es todo un curso didáctico para la enseñanza de los jóvenes. Se encuentra la base grande de las cantiñas. Fue una idea de Antonio Murciano, que me dijo que no podía ser otra la que lo hiciera. Son más de 20 cantiñas.

Hay caracoles, de las Mirris, romeras, la contrabandista, la peregrina, los juguetillos de Ignacio Espeleta, las cantiñas de Córdoba, la mejorana, los cantes de La Perla y de su madre, las chuflillas de mi tío Canalejas de Puerto Real...

-Hace arqueología del cante.

-Lo pretendo, al menos. Soy la más vieja de los cantes de Cádiz. Veterana, se dice ahora. Todos estos cantes los conocía de cuando chica y a ellos me debo, porque yo siempre he llevado los cantes de Cádiz por bandera. ¿Hasta en Japón me piden los tanguillos de Cádiz! Dicen los críticos que tengo el pellizquito de aquí y que lo hago según los cánones. Son muy amables.

-¿Cómo se plantea la enseñanza de esos cantes?

-Está claro que esas cosas hay que enseñarlas a los cantaores de ahora. A partir del 16 de febrero vamos a hacer un taller de tres días para enseñar a quien quiera todas estas cantiñas. En verano haremos unos cursillos en Cádiz más grandes con gente de fuera. Me queda tiempo aún si Dios quiere, pero hay cosas que quiero ir dejando ya bien puestas. Ya tengo edad para darme prisa. Además, esos cantes estaban en peligro de extinción. Iban a perderse. Ya no se escucha casi nunca un cante por caracoles o un mirabrás. Ahora ya no se van a perder. Ya están perfectamente puestos.

-Después de tantos años en el escenario ¿Qué es lo mejor que le podría pasar en el cante?

-Que el público no deje de darme su calor. Vengo del rastrillo en las Puertas de Tierra y me han dicho que canto igual para cinco que para dos mil. Es porque recibo su calor y luego me sale de las entrañas desde chiquitita. De las cosas que me quedan por hacer... Me gustaría grabar algún día un disco de coplas porque las sigo llevando en el corazón.

-¿Cuál es de todos el cante que más le gusta?

-Todos los que hago. Está claro que yo soy una festera totalmente. Los tanguillos me encantan, las alegrías, la bulería, las cosas de Cádiz, aunque también una seguiriya o la caña, que también hay que cantarla sola y no sólo para el baile.

apaolaza@lavozdigital.es