AIRBUS

Aniversario de altura de Airbus en Puerto Real

La celebración recuerda el 90 aniversario de la implantación de CASA en Cádiz y los diez años de la factoría de Airbus Military en El Puerto

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T odo empezó hace ahora 90 años. Un sueño hecho realidad. Si José Ortiz-Echagüe levantara la cabeza comprobaría con satisfacción que aquella factoría que inauguró en el barrio de Puntales en marzo de 1926 para fabricar hidroaviones ha sido también el germen de un gigante aeronáutico que cuenta hoy con implantación en todo el planeta. Aquel ingeniero militar de Guadalajara fue un iluminado de la época que vio el futuro en las alas de los aviones. Así nació Construcciones Aeronáuticas (CASA). Primero Getafe, en 1923, y luego Cádiz, tres años después. Ambas localidades fueron los dos ejes desde donde voló la imaginación de un empresario que estaba convencido de que la aviación, tanto militar como civil, era un negocio seguro en unos tiempos donde sólo volaban los pájaros. Desde luego, no se equivocó.

La Bahía recuerda estos días el 90 aniversario de la implantación en el barrio de Puntales de CASA pero, al mismo tiempo, celebra por todo lo alto los 25 años de vida de la nueva planta de Airbus en el polígono del Trocadero, en Puerto Real, y el décimo aniversario de la puesta en marcha de la factoría de Airbus Military, en el parque Tecnobahía de El Puerto, conocida como Centro Bahía de Cádiz (CBC). Esta conmemoración sirve para hacer balance de uno de los sectores más boyantes de la economía provincial y, al mismo tiempo, con más expectativas de futuro. La Bahía de Cádiz, junto con Sevilla, se ha convertido en el polo aeronáutico nacional y en un referente internacional gracias a su mano de obra especializada. En estos momentos, el sector emplea a unas 6.500 personas en la provincia, entre empresas tractoras e industria auxiliar.

Casi un siglo de presencia aeronáutica en Cádiz ha dado lugar a que varias generaciones de gaditanos lleven en los genes un sistema de trabajo que ha pasado de padres a hijos. Hoy algunos de los trabajadores más veteranos recuerdan, por ejemplo, cómo una legión de costureras cosían en las naves de Puntales miles de metros de tela de gabardina para forrar las estructuras de los aviones. Francisco Heredia entró en CASA en 1976 y hoy, desde la planta de Airbus, en Puerto Real, donde se fabrican los estabilizadores de cola y los timones de los aviones más potentes de la compañía Airbus, echa la vista atrás para recordar aquellos años de trabajo en una factoría que marcó un hito en la aeronáutica española con la fabricación en la década de los setenta del aviocar C-212, el CN-235 o el avión de prácticas para el Ejército español C-101, que se vendió en Chile. «Cádiz se encargaba de la construcción de las estructuras mientras que San Pablo, en Sevilla, era el centro de ensamblaje».

La verdadera razón del nacimiento de CASA fue la construcción de aeroplanos. Así en sus comienzos, José Ortiz-Echagüe logró sellar el contrato con la compañía alemana Dornier y éste fue el aval para construir en España, sobre todo en Cádiz, los primeros hidroaviones, totalmente metálicos. Luego vendrían los contratos con la francesa Breguet y, a partir de entonces, la compañía se embarcó en diseñar sus propias avionetas. Pasaron los años y el negocio se orientó hacia Estados Unidos, donde CASAlogró la licencia para construir torpederos Vickers. El estallido de la Guerra Civil posicionó a la empresa para la fabricación de aviones propios de tamaño medio. Fue el inicio de la familia de los C-200, C-201 Alcotán, C-202 Halcón o C-207 Azor.

La factoría de Cádiz floreció en los cincuenta y muchos gaditanos aspiraban a encontrar empleo en la próspera fábrica de Puntales. La empresa logró en 1959 un suculento contrato para el mantenimiento de los helicópteros de la Base Naval de Rota.De esta forma empezó a diversificar su producción.

No todo ha sido un camino de rosas. En 1965 el sector aeronáutico entró en barrena y no sería hasta los setenta cuando volvió a remontar el vuelo. Durante los primeros 30 años de vida de CASA la tecnología aeronáutica pasó por la utilización de la madera, la tela y el aluminio. El titanio llegó con los nuevos experimentos en la aviación civil, «pero nada que ver con la fibra de carbono de ahora, más resistente y, sobre todo, menos pesada, que permite un ahorro de combustible».

La década prodigiosa

En octubre de 1973, el joven José Luis López cruzó el jardín de palmeras que había en la antesala de la fábrica de Puntales. Un recuerdo que no olvida a sus 58 años de edad. José Luis empezó a formarse en la escuela de maestría industrial, dirigida por Julio García Aguyó, que también era el responsable de la fábrica de CASA en Puntales. Formar parte del equipo aeronáutico era un privilegio pero, sobre todo, una garantía de futuro. Entre 1973 y 1985 la factoría gaditana pasó de 450 trabajadores a sumar 1.300. «No dábamos abasto», recuerda con orgullo José Luis. Durante esos años se trabajó a destajo en el programa del C-212, que incluía la fabricación de la cola, las alas, la cabina y el puro intermedio del avión. Todo ello se enviaba a Sevilla para su ensamblaje. En 1980 se firmó un contrato para construir el timón de cola del Canadair, un nuevo avión contraincendios del que se hicieron unas 65 unidades. La buena racha siguió en 1987 con la adjudicación por parte de EADS de las trampas y del timón del A310. Fue entonces cuando los norteamericanos se fijaron en CASA para desarrollar el programa del nuevo avión MD11. El veterano José Luis López recuerda que, precisamente, el contrato con Estados Unidos obligó a expandir la factoría gaditana; sin embargo, no había suelo en Cádiz para albergar una factoría más grande que permitiera asumir la nueva carga de trabajo que se venía encima.

CASA, empresa pública en manos del antiguo Instituto Nacional de Industria (INI), inició así su ampliación. Primeramente buscó asiento en las naves que se encontraban en el polígono de Bahía Industrial, en El Puerto, justamente donde hoy se encuentra el centro comercial de Bahía Mar. Pero fue el alcalde de Puerto Real, José Antonio Barroso, quien negoció con CASA su implantación en unos terrenos próximos al río San Pedro. En noviembre de 1988, CASA se trasladó de Puntales al Trocadero y de esta forma comenzó a escribir la segunda parte de una historia que arrancó principios de siglo XX. No obstante, una sección de la empresa seguió en Puntales hasta 2003, año en el que se mudó hasta el parque Tecnobahía, en El Puerto, para abrir la factoría de la división militar de Airbus.

La nueva planta de Puerto Real recibió el encargo de la construcción de las alas y las góndolas de los motores para el avión sueco Saab-2000 y en 1999 se produjo uno de los hitos que marcaron el antes y el después de la compañía. El Gobierno español, socio mayoritario de la empresa, tenía que decidir entre aliarse con los americanos de Douglas-Boeing o, por el contrario, fusionarse con EADS-Airbus. No fue fácil la decisión, sobre todo por los contratos firmados con Estados Unidos, pero el Gobierno español jugó sus cartas y se puso del lado de Europa para formar uno de los mayores consorcios aeronáuticos del planeta. De esta forma CASA pasó a formar parte de EADS. Poco a poco, el INI soltó lastre hasta que la aeronáutica española fue absorbida por la nueva compañía.

La integración conllevó una lluvia de contratos. La factoría gaditana entró de lleno en la participación de los programas de la aviación civil con el A310, A320, A330 y A340. Sin embargo, la crisis en el sector hizo su efecto y obligó a importantes regulaciones de empleo entre 2001 y 2003.

José Luis, que trabaja en la línea de montaje de Airbus y ha formado a numerosos alumnos en este oficio, destaca que la recuperación sobrevinó en 2005 con la puesta en marcha de uno de los programas aeronáuticos más ambiciosos y costosos de la historia de la aviación civil. Airbus se proponía construir el avión de pasajeros más grandes del mundo y de mejor rendimiento. De esta forma nació el superjumbo A380, cuyo timón de cola, estabilizador y parte de la carena ventral se construyen en Puerto Real.

El aniversario de la factoría puertorrealeña coincide con otro importante acontecimiento: la puesta en marcha del programa A350, la nueva joya de la corona de Airbus, cuya producción en serie arrancará 2014. Por esta razón, la factoría gaditana se ampliará por cuarta vez en sus 25 años de vida. CASA empezó a volar con 1,5 millones de pesetas en 1923 y hoy forma parte de un consorcio que ingresó el año pasado 56.500 millones de euros y cuenta con una plantilla de 140.000 personas en todo el mundo.

Feliz cumpleaños.