El corazón helado

Para la física, el frío existe como contraposición al calor. Es decir, que en sí mismo el frío no es más que la ausencia total o parcial de algo que, por definición, es la una manifestación de la energía. Así, la sensación de frío se manifiesta como la sensación que se expresa ante la falta de ánimo, firmeza, vigor, potencia y todo aquello que, en resumidas cuentas, implica algún tipo de actividad. El inmovilismo da frío, y aunque las bajas temperaturas también lo den, la sensación térmica no es más que un reflejo de nuestro estado de ánimo. Por eso, no es de extrañar que la noche del comercio resultara aún más fría de lo que marcaban los termómetros. Y eso que los comerciantes gaditanos sacaron fuerzas de flaqueza e intentaron renovar energías como pudieron.

Ni aún así lo lograron. Muchas fueron las quejas de que faltó promoción, información y publicidad, pero en el fondo no eran más que excusas para justificar el ánimo frío con el que esta ciudad se enfrenta a la campaña de Navidad. Las calles, tan vacías como los monederos, interpretaron la noche del sábado el papel protagonista de esta tragedia. Hacía frío, sí, pero era un frío que salía por las rendijas del corazón y se colaba por cualquier hueco.

No hay más remedio que entrar en calor. Hay que moverse. Y eso es lo que están intentando hacer las asociaciones de comerciantes de esta ciudad. Intentando que este frío se transforme en calor como sea, con aparcamiento gratis, con financiación en las compras, con regalos y hasta con esa pista de hielo que atrae a los chiquillos como a Aureliano Buendía. Reutilizando una energía que no ha desaparecido, sino que se ha transformado en apatía, en angustia, en miedo y que nos paraliza.

Caliente su ánimo. Movamos entre todos el motor de esta locomotora que se nos quedó parada hace ¿cuánto, se acuerda?. Salga y compre, lo que sea. Movamos el poco dinero que nos queda y calentemos las calles. No permita que este frío nos dure para siempre.