'Juego de tronos'

El nuevo señor

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María Muñiz tiene 60 años y ha dejado de ver la tele por las tardes, pues prefiere pasarlas sentada en el sofá con su libro. Las intrigas de las tierras de Poniente le han ganado la partida al 'show business' de la caja tonta. Si se miran los índices estadísticos de lectura, su caso es noticia. Sobre todo porque María, que vive en San Sebastián, dejó de leer cuando murió su marido. Once años de sequía de letras. El duelo le quitó las ganas de historias, hasta que su amiga Inés le recomendó 'Juego de Tronos', el primero de la saga de 'Canción de hielo y fuego'. Ahora ya no puede salirse del universo fantástico y ese montón de espadas, traiciones, coronas, batallas y honor que nació, creció y salió del vastísimo cerebro de George R. R. Martin. En las conversaciones de sobremesa con la familia no se habla ya de lo que llueve en la ciudad, sino de la inteligencia de Tyrion Lannister, el valor de Eddard Stark, la maldad del niño Joffrey o de lo que les gustaría a todos tener un lobo por mascota... María no es un bicho raro. Comparte su afición por el libro con los más de 15 millones de personas en todo el mundo que se declaran absolutamente enganchadas a la saga de novelas de 'Canción de hielo y fuego', el pelotazo editorial del momento, y su adaptación a la televisión.

George R. R. Martin estaba harto de que sus ideas como guionista en las series de Hollywood terminaran en la máquina de picar carne del productor. Todo era muy caro. «O te damos Stonehedge o una batalla con caballos, pero no tendrás una batalla con caballos en Stonehedge». Su mente era mucho más prolija que los presupuestos. Por eso, en 1994, este estadounidense de 62 años volvió a lo suyo, que era la literatura fantástica -los propios ya lo conocían por 'El sueño del Fevre'- y dio rienda suelta a una historia a su medida. Es decir, sin medida. Enorme, sin reparar en gastos, pues los decorados no cuestan ni un duro si se construyen con palabras. Este aficionado a la historia, al buen comer y a las miniaturas no podía prever que sus libros de 'Canción de hielo y fuego' iban a ser nominados como los sucesores de 'El señor de los anillos', de J.R.R. Tolkien. Había planteado una trilogía, pero no supo parar a tiempo. Tardó cinco años en rematar una historia como una catedral que se extiende a lo largo de siete libros. El quinto, 'Festín de cuervos', se acaba de publicar en Estados Unidos, el sexto se está escribiendo y del séptimo no se sabe nada, aunque millones de personas esperan un glorioso final. La trama funciona en capítulos cortos, escritos bajo el punto de vista de un solo protagonista. Hay 163 personajes de momento y en internet se encuentran árboles genealógicos de hasta setenta páginas. El propio Martin describió su saga como «'Los Soprano' en la Tierra Media». Sería más justo decir que es un argumento apasionadamente humano en un mundo discretamente fantástico, entreverado de sexo, traición, honor y decapitaciones a gogó.

Semejante lío se arma en dos continentes: Poniente (que tiene un aire a Gran Bretaña) y Essos. En líneas generales, una joven heredera con un marido como un castillo quiere recuperar los Siete Reinos. Mientras tanto, allí se monta un guirigay de consideración por el poder entre los señores feudales. El lío está inspirado en la Guerra de las dos Rosas, que enfrentó a los Lancaster y los York por el trono de Inglaterra entre 1455 y 1485. Para rematar la trama, extrañas razas de 'no-humanos' amenazan la paz desde las sombras del otro lado de un muro de hielo de 200 metros de alto construido por el hombre. No es lo único extraño. Hay árboles con las entrañas rojas que parecen sangrar, siete dioses que son uno, los lobos tienen el trapío de una Harley Davidson y los inviernos pueden durar una década.

Trasladados al mundo real, los universos de Martin han desatado la locura: cuatro meses a la cabeza de los libros más vendidos en España, siete meses como el título más demandado a través de Amazon y un año entre el 'top ten' de los best-sellers de 'The New York Times'. Una vez más, la fantasía ha logrado conquistar a personas que nunca se hubieran acercado a menos de dos metros de un libro donde se habla de un dragón.

La sociedad parece que no está para esas magias, al menos a priori. En 2001, cuando Alejo Cuervo, de la Editorial Gigamesh de Barcelona (una empresa que nació como un puesto de intercambio de cómics y libros en los 80), se hizo con los derechos para publicar en España 'Juego de Tronos' -«un culebrón escrito con convicción», dice-, preparó una tirada media para los amantes del género, que se vendió como churros. Así que sacó otra. Y otra más. Dio con la flecha en la lejanísima diana del éxito editorial y ya no sabe cuantas lleva. La última ha sido de 20.000 ejemplares y no da para satisfacer a todos, solo para estar en algunas grandes superficies.

Juan Mena, de la misma editorial, recuerda cómo Antonio, un dependiente de la tienda, agotado de atender al público, le pidió una camiseta que respondiera, con una frase, a la reiterada pregunta de sus clientes. A los pocos días, todos los trabajadores llevaban en el pecho escrito: «NO SÉ CUÁNDO VA A SALIR 'FESTÍN DE CUERVOS», el cuarto libro. Una vez publicado, cambiaron el mensaje y ahora visten: «NO SÉ CUÁNDO VA A SALIR 'DANZA CON DRAGONES'», el quinto libro que se publicó en julio en Estados Unidos y que llegará a España aproximadamente dentro de un año. Tal es la fiebre por las historias de Poniente, que los fans de la novela les preguntan dónde se pueden hacer con una de esas camisetas. Ahora piensan en agregar un mensaje a la prenda: «Esta camiseta no se vende».

El escritor lento

Dicen que Martin se lo toma con demasiada calma. En realidad, escribe novelas con argumentos muy cuidados, en los que se teje una gigahistoria cuyo final promete. Pero la fortaleza de la trama, que atrapa nada más empezar, es a la vez su debilidad. Los fans le echan en cara a Martin que sea tan lento y se enfadan con contundencia. Mientras esperan, muchos de ellos compran todo lo relacionado con este delirio editorial. Existe un mundo entero de 'merchandising' que incluye tazas, pins, camisetas, espadas y juegos de rol. Y una serie, que convirtió este fenómeno de la literatura fantástica en un fenómeno de masas. «Fue el episodio piloto más visto de la historia -recuerda Mena-. Pese a no darse en abierto (lo emitió Canal +), prendió la revolución. En ese momento nos dimos cuenta de que era algo con mucho alcance. Si antes de la serie tenía demanda, ahora es la locura».

-¿Es un fenómeno comparable al de 'El Señor de los Anillos'?

-Sin duda.

En EE UU, Brasil o España cada vez hay más habitantes de Poniente. Cuando Martin llegó a nuestro país por primera vez después de su éxito en 2008, cientos de tipos hicieron cola en la calle, en la puerta del local en el que firmaba libros al día siguiente. En la Semana Negra de Gijón (a la que regresará en 2012), decenas de personas se disfrazaron de los personajes de sus libros y le cantaron la 'Canción del oso' previamente traducida y con su música. «Ahora sé lo que es ser una estrella del rock», bromeó Martin. Si no lo es, se le parece. Tiene la agenda completa a dos años vista.

Entre los grupos de Starks y Lannister que recibieron a Martin en Gijón estaba Joan Miquel Cano, 'Jon Nieve' en su alias de correo, el nombre de un bastardo de Invernalia. Además de leerse todos los libros, es uno de los promotores de la web Asshai.com, la referencia en lengua hispana sobre 'Juego de Tronos'. Lo saben todo. Todo. Algunos de ellos han leído cada libro más de diez veces y dedican su tiempo a discutir sobre posibles tramas y a comentar cada paso, cada significado velado, cada guiño histórico que Martin hizo en su teclado. Joan (informático, 41 años) se quedó huérfano después de 'El Señor de los Anillos' y llegó a la saga para quedarse. «No es una historia de fantasía normal, el típico cuento de elfos y dragones. Tiene mucha base histórica». Y explica que entre sus compañeros de web hay gente de entre 13 y 60 años, algunos clásicos del género y otros advenedizos.

Rafael Marín, escritor, traductor y uno de los 'ayatolás' de la literatura fantástica en español tiene claro que si 'El señor de los anillos' fue el libro de literatura fantástica del siglo XX, 'Juego de Tronos' es el del XXI, a pesar de que no fuera un 'boom' sino un 'sleeper', una obra de éxito relativo que va creciendo poco a poco. «Hemos tenido fantasía bárbara, cuyo máximo exponente es Conan. Luego todo se volvió místico-ecologista con Tolkien, una versión adolescente de los cuentos de hadas. Ahora volvemos a la fantasía épica más bárbara, sin seres que van por el bosque cantando y merendando». A su juicio, tiene mucho de Shakespeare, con «todos esos personajes que se traicionan». Aquí tampoco ganan siempre los buenos. El lector ya puede despedirse del esquema de problema-solución que utilizan los best sellers clásicos. En cualquier momento, al héroe le pueden quedar dos páginas. Y hay miles por delante.