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Anne Igartiburu: La tele a sus pies

Fue una adolescente rebelde que vestía medias rotas con imperdibles. Ahora es una «madraza» de misa dominical. Bajo su apariencia fría enseguida asoma una sonrisa

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Arriba, abajo, al centro y pa'dentro.... y un alegre tintineo de millones de copas. Anne Igartiburu (Elorrio, Vizcaya, 1969) organizó un brindis digno de récord, otro año más. Ocho millones y medio de personas deseándose lo mejor para el recién estrenado 2011. Después del 'hombre de la capa' (Ramón García), ella es la reina de las uvas y con eso no pueden ni Belén Esteban ni Sara Carbonero. Pero Anne Igartiburu es mucho más que la triunfadora del fin de año. Es también el ojito derecho de TVE, el rostro de la cadena, la referencia en el entretenimiento y en el corazón sin riesgo de infarto que practica la pública. La presentadora talismán de La 1.

Dicen quienes la han tratado que gana en las distancias cortas con una actitud de «colegueo» que desarma la pose de mujer distante y fría con la que quiere mantener a salvo su privacidad. No deja que se sepa mucho de ella. Si acaso que es deportista, amante de su Euskadi natal y que acude todos los domingos a misa.

A la 'vasca', como la llamaban al principio en Madrid, le tosen pocos en cuestión de números. Estudió Gestión de Empresa y, aunque eso no se lo enseñaron en la Facultad, de porcentajes y 'shares' sabe un rato. Anota un 17% diario (dos millones de espectadores) con su 'Corazón' y lo mismo se apunta un 'quick step' en 'Mira quién baila' que aplaca con temple a un John Cobra desbocado en el especial de Eurovisión -volverá a presentar las galas-. No le han visto perder la calma. Será por todos los años de entrenamiento... Desde los primeros noventa, cuando empezó en una televisión local de Mondragón (Guipúzcoa), en Arrasate Telebista.

Iba por las tardes, después de salir de trabajar en una firma de investigación tecnológica, y no cobraba un duro. Presentaba un concurso de chavales, pero se le quedó pequeño. «Se curró un programa de entrevistas con las personalidades más destacadas de la política y el arte vascos (Xabier Arzalluz, Karlos Arguiñano, Bernardo Atxaga...). No se achantaba con nadie y todos salían embelesados. Hacía gala de una naturalidad impresionante», elogia Jon Andueza, uno de los impulsores de aquella joven Arrasate Telebista.

De un salto se plantó en ETB. «Anne era una crack. Despuntaba por su físico, pero también porque era natural y tenía desparpajo. Además, era la única que hablaba euskera e inglés entonces», recuerda una antigua compañera de la televisión autonómica vasca. El euskera lo aprendió en casa. Estudió en la ikastola de su pueblo (Elorrio, 7.200 habitantes), donde su madre impartía clases de inglés -tarea que compaginaba con el grupo de adiestramiento de perros para rescates en el que colaboraba-. Y de adolescente se marchó a estudiar a Estados Unidos.

Eso que le ayudó a despegar no le vino tan bien en Madrid. «Al ser vascoparlante y tener acento siempre ha tendido a vocalizar mucho y a gesticular al hablar en castellano. Aunque ahora la pose y los gestos están más cuidados», aprecia su vieja compañera en 'Boulevard', el programa de ETB en el que también se estrenaba en aquellos recién iniciados años 90 un desconocido Carlos Sobera. En su casa (en la de Sobera) o en la de ella se juntaban de vez en cuando después del trabajo. «Eran los únicos que tenían casa entonces y organizábamos cenas. Éramos como una piña y ella muy buena anfitriona, muy de andar por casa».

«Como una 'Barbie'»

El caserío donde Anne llevaba a sus amigos sigue siendo su refugio. En este bonito pueblo de Vizcaya donde nació vive aún su padre -su madre falleció en un accidente de helicóptero mientras acudía a un rescate a Asturias, cuando Anne era una adolescente-, su hermano y sus dos hermanastros pequeños -unos niños todavía-. No pasa el año sin que vaya a verlos con Noa, la cría de 11 años y origen hindú que la presentadora adoptó en 2005, cuando estaba casada con el bailarín Igor Yebra (rompieron en 2006 después de dos años de matrimonio).

En el pueblo Noa es una más. Anne la lleva al teatro, a las actividades de Navidad... y se toma un aperitivo en los bares de la plaza. Aunque es una vecina ilustre, nadie la atosiga ni le pide autógrafos. «La vemos y sabemos con quién pasea, pero el pueblo es muy discreto», dicen sus vecinos. De su vida amorosa se conoce que además de estar casada con Yebra, tuvo un romance importante con Álvaro Fuster -y con otros- y que ahora sale con Daniel, un abulense de 37 años. Se sabe por las revistas, donde se cuida de aparecer poco.

En Elorrio, evidentemente, no pasa desapercibida, aunque lo intenta. «Siempre va con su coleta, sus vaqueros raídos y un jersey, paseando a los perros o haciendo deporte. Es muy normal». Ya no se vuelven las cabezas como antes, cuando era una adolescente rebelde que llevaba «el pelo de colores» y vestía «medias rotas con imperdibles». Luego llegó el 'boom', los pinitos como modelo... y la empezaron a ver no ya por la calle, sino por la tele.

«Anne era una niña preciosa de ojos verdes, muy sonriente, con una belleza nórdica» que lo es más al natural que a través de la pantalla, dicen. «Ella es muy guapa, pero en las campanadas le pusieron como una 'Barbie', con un recogido que le hacía mayor», critican sus vecinas. Y no es su estilo. «Venía al programa con botas de alpinista y jersey de lana. Y salía hecha una princesa, con los hombros y los brazos al aire, que los tiene preciosos», recuerda Poty, coreógrafo de 'Mira quién baila', el programa de famosos metidos a bailarines que Anne presentó durante cinco años.

No cuestiona Poty sus dotes de bailarina -«cuando bailamos juntos solo nos dijeron: 'qué guapos'»-, pero sí descubre a una Anne algo distinta a la de la tele. «Puedes pensar que es una borde que no hay por dónde agarrar, pero es simpática, enrollada, colega... Saluda a todos, desde la chica de la limpieza a los cámaras». Él tuvo una conexión total. Quizá porque ambos son padres -«Anne es una madraza con Noa»- y también por la cuestión religiosa. «Esté donde esté, yo rezo todos los días con mi hija y Anne va todos los domingos a misa. Le ha inculcado la religión católica a la niña». Con ella «habla en el dialecto hindú de la cría y también en euskera». Además de vascoparlante, la presentadora comulga con las ideas nacionalistas -o lo hacía antes, al menos-. En una entrevista de 1994, Igartiburu confesaba un sueño: «Una Euskadi independiente». ¿Y cómo se llega a ese sueño?, le preguntaba la periodista: «Dialogando». Quizá ya no la llamen 'la vasca' en Madrid, pero sigue ejerciendo como tal. «En el cumpleaños siempre nos canta el 'Zorionak' », cuenta Poty.

Zapatillas en el bolso

Los suyos, su tierra... son sus pasiones. Y otra, el deporte. En su bolso siempre caben unas zapatillas de correr. El pasado noviembre completó la maratón de Nueva York. Fue con una íntima amiga, Dani (su actual pareja) y Martín Fiz, que le estuvo entrenando cuatro meses antes. «Me daba apuro llamarle por teléfono así que le escribí un email animándola a participar en la carrera de Nueva York. A los 15 segundos me dijo que sí», cuenta el deportista. Acostumbrada a correr y de constitución ligera, el entrenamiento no le supuso grandes exigencias -no tiene que vigilar la alimentación pero sí mima, porque le encantan, sus pies. Se da masajes y mascarillas para enseñarlos en cuanto puede-. A Fiz no le costó ponerla en forma. «Los tacones y el ritmo de trabajo le provocaron una lesión en la zona del glúteo, pero tiene tanto tesón y cabezonería que corrió lesionada en Nueva York. Tuvo que caminar algunos tramos, pero acabó». Martín Fiz llegó en 2 horas y 35 minutos a meta y ella tardó el doble. Pero llegó. Ni se achantaba antes, ni se achanta ahora.