PAN Y CIRCO

CIUDADANOS DE PRIMERA

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El caso Cristiano Ronaldo de esta semana, con el que tanto hemos 'torturado' a los aficionados, es el fiel reflejo de lo que pasa en nuestra sociedad. Cuando los jefes aseguran que «el que vale, vale», la obsesión es tal por ese empleado, que pueden llegar a rozar la locura con declaraciones surrealistas como las de Jorge Valdano nada más terminar el partido, o como los titulares que ha habido que tragarse procedentes de periódicos de sospechoso gusto blanco. Como la vida misma, hay ciudadanos de primera, de segunda y, desgraciadamente, hasta de tercera. Si el manotazo lo hubiese propinado Granero, nadie de su propio club hubiese «llorado» tanto como lo están haciendo por Cristiano Ronaldo. Cierto es que el jugador portugués, sin duda, se trata de un futbolista clave en el esquema madridista pero de ahí, a querer convertir el problema en una cuestión de estado, me parece una barbaridad, igual que era una barbaridad, pedir prisión para Alfaro y Navarro cada vez que los sevillistas hacían alguna de las suyas. Ni una cosa ni la otra, todo hay que tratarlo en su justa medida.Y con idéntico rasero para todos, que todavía tenemos al Barcelona sin cerrar su estadio, a pesar de haber sido castigado en su momento. Pero además el revuelo no sólo se origina por ser quién es el protagonista de la acción, sino también porque no fue normal la reacción del portugués. Si hubiese salido a la palestra a pedir perdón, a mostrar arrepentimiento y a confesar que no se volverá a repetir, otro gallo hubiese cantado más lejos de Madrid. Es muy fácil echarle la culpa al árbitro y, sobre todo, echarle al público del Bernabéu encima exclamando que es una vergüenza lo que le han hecho. ¡Por Dios, Ronaldo!, ¡A tí! ¡Con lo que tú vales y lo bueno que estás! En esta vida, hay que ser más humilde o, al menos, parecerlo.