Un médico militar estadounidense cura una herida a un muchacho haitiano en un campo de Puerto Príncipe. :: AP
MUNDO

EE UU crea tensión en Puerto Príncipe

Efectivos de rescate españoles se sorprenden del alto número de salvamentos dadas las condiciones en que se realizan Malestar diplomático por la forma en que las fuerzas norteamericanas dirigen las evacuaciones

PUERTO PRÍNCIPE. Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El aeropuerto Toussaint Louverture de Puerto Príncipe está tomado por militares estadounidenses que en las últimas horas han empezado a desembarcar hasta alcanzar los 10.000 efectivos. Los norteamericanos también se han hecho con el control, de forma discreta, de la cabeza de puente establecida en el aeropuerto de Las Américas, en Santo Domingo (República Dominicana).

Pero el malestar de los que quieren ser evacuados de la capital haitiana va en aumento. Los estadounidenses, a quienes las autoridades transfirieron la gestión del aeródromo, son acusados de monopolizar la única pista para evacuar a todos sus ciudadanos (entre 40.000 y 45.000), lo que es desmentido por la Embajada de EE UU.

La gestión por parte norteamericana ha creado tensiones diplomáticas después de que un avión con un hospital de campaña a bordo tuviera que darse la vuelta, mientras que los medios para tratar a los heridos escasean. «Que un avión que transporta a bordo a un hospital de campaña no pueda aterrizar no puede ser posible», reaccionó el secretario de Estado francés para la Cooperación, Alain Joyandet. «Hubo un problema de coordinación y de discernimiento», añadió. Joyandet dijo haberse quejado ante el embajador estadounidense Kenneth Merten.

«Los haitianos no fueron advertidos de la llegada de los vuelos. Y cuando deben aterrizar, nadie se hace cargo y una gran cantidad de material llega sin coordinación», constata un responsable del gobierno haitiano, Michael Chancy. El embajador estadounidense explica que hasta el sábado «no sabíamos dónde querían que se instalaran los puntos de distribución» de la ayuda internacional.

Y en un rincón del aeródromo haitiano acampan las tiendas de la Agencia Española de Cooperación (AECID), que coordina toda la ayuda enviada al país: médicos y rescatistas. Un 10% de las vidas salvadas tras el terremoto se debe a su tarea. A la hora de escribir esta crónica un grupo de policías nacionales y guardias civiles ayudados por perros intentaban rescatar bajo los escombros del hotel Christopher, demolida sede de la ONU, a una persona con vida. A la labor se suman una brigada de bomberos de Virginia y una enorme pala mecánica manejada por soldados brasileños.

Realidad escalofriante

Roberto Rubio, presidente de Salvamento Ayuda y Rescate, que se ha sumado al operativo enviado por el Gobierno, asegura que «los medios de comunicación no han sobredimensionado la realidad de esta catástrofe. La prensa recoge las informaciones oficiales, que tienden a ser exageradas para atraer la atención y la ayuda internacionales, pero en este caso la dimensión transmitida es la correcta: éste es el evento más complicado en el que hemos tomado parte, tanto en su gestión como en su organización».

Rubio califica de «sorprendente» la «alta cifra» de personas salvadas bajo las montañas de cascotes y trozos de cemento en que se ha convertido la ciudad: siete adultos y un niño. «Las condiciones del clima, con tanto calor y sin agua, dificultan enormemente la supervivencia. Y la mala calidad de las construcciones hace que las estructuras estén muy dañadas y no se puedan formar nichos de vida entre los escombros».

El hospital de La Paz, seriamente dañado, es la base de operaciones para dos pediatras, tres traumatólogos, otros tantos anestesistas, cuatro doctores en medicina general y personal de enfermería llegados de España. Una de las réplicas que aún sacuden la ciudad sacó anteanoche del edificio a sus colegas cubanos, con los que colaboraban, y muchos pacientes se niegan a ser atendidos en él. «Amputamos, dejamos muñones, tratamos a los enfermos como se puede. Llegan con heridas serias, después de varios días sin ser tratadas, con gangrenas avanzadas, y con la presión de los familiares», comenta Pablo Yuste, jefe de emergencias de la AECID.

Un camión recoge los cadáveres que se han ido acumulando, apilados, en el exterior de la morgue del Hospital Central. Dentro hace días que no cabe uno más. El hedor es terrible. Tanto como el de los muertos que arden en las calles, ante el temor de epidemias y la imposibilidad de abrir más fosas comunes. El exterior del hospital es otro hospital, o algo parecido. Heridos en los suelos, con goteros de suero colgando de la rama de un árbol...

Y mientras en el aeropuerto se acumula la ayuda humanitaria, en las calles apenas se ve reparto de agua ni comida para la población. La ausencia de Estado, anterior al seísmo y consustancial a la historia de Haití, impide la distribución, que sin una coordinación adecuada podría desembocar en disturbios que, hasta ahora, apenas se han producido.