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China no googlea

El buscador de Internet amenaza con abandonar el mayor mercado del mundo tras sufrir un ataque de hackers al servicio del Gobierno. El incidente reaviva el debate sobre la censura

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Tiananmen 1989 liusi shijian': 2.770 resultados en Google.cn. 'Masacre de Tiananmen en 1989': 193.000 resultados en Google.es. La diferencia que arroja la búsqueda del evento en las versiones china y española de la misma empresa no sólo es cuantitativa. No hay más que ver las fotografías que aparecen en la pantalla. En el extranjero abundan las imágenes más duras que se tomaron en la plaza de Pekín. En China, muestran a jóvenes que disfrutan de un viaje por la capital y, a lo sumo, se pueden ver a los líderes políticos que tuvieron algo que ver con la revuelta. La famosa instantánea del estudiante desconocido frente a una columna de tanques se convierte en un pequeño sello en la versión china del buscador ... que se puede apagar en cualquier momento.

Al gigante Google le ha salido el tiro por la culata en el suculento mercado chino, donde sólo una de cada tres búsquedas se hace con su servidor. Factura unos 200 millones de euros, una cifra modesta para la inversión que ha tenido que afrontar. A la par, su presencia en el gigante asiático ha deteriorado gravemente la imagen de la empresa en el exterior. Para poder operar en territorio gobernado por el Partido Comunista tiene que cumplir su ley, y ésta estipula los contenidos que es necesario filtrar para que los 330 millones de internautas chinos, el grupo más numeroso del mundo, sigan en un limbo informativo. Google no sólo accedió a cumplir ese requisito en 2006, sino que también proporcionó datos sobre el historial de búsqueda de usuarios chinos, y fue muy criticado por una multitud de organizaciones pro derechos humanos.

Un último episodio ha colmado la paciencia de la empresa americana que amenaza con cerrar su negocio allí. Según un comunicado publicado el martes en el blog oficial de Google, la compañía sufrió la semana pasada un ataque masivo de hackers chinos que podrían perfectamente estar al servicio del Gobierno. Uno de sus objetivos principales, además de robar secretos empresariales de Silicon Valley, fue entrar en las cuentas de correo electrónico de disidentes políticos.

La situación ha provocado incluso una airada respuesta de la Secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, que ha exigido una explicación a las autoridades chinas, y se ha mostrado «seriamente afectada». Sin duda, el vendaval ha reabierto el agrio debate sobre la censura en China, que afecta a todo tipo de creadores locales. Y las causas no son sólo políticas. La pintora Lee Pei, una joven de la provincia de Xinjiang, decidió crear una serie en la que reproduce imágenes icónicas, como el retrato del Che, a través de pequeñas parejas practicando sexo. Una galería de la capital mostró su obra, pero tuvo que descolgarla cuando llegaron agentes del Servicio de Seguridad Pública. La acusaron de exponer material pornográfico. «La censura sigue al acecho», asegura en su estudio de Pekín. Desde entonces, teme ser arrestada, e incluso «me preocupa mi integridad física. «Por eso prefiero que mis piezas de contenido sexual no se exhiban en China. Además, la sociedad aún no está preparada». Las obras terminan triunfando en el extranjero y dan lugar a figuras desconocidas en China y aclamadas fuera.

«La juventud tiene la culpa»

Yan Lianke, un aplaudido escritor chino, tiene tres novelas prohibidas. Son historias de fuerte contenido político y social, aunque se refugian en el atenuante del pasado. Él mismo sufrió «el hambre y la sinrazón de la Revolución Cultural», y muchas de sus historias están ambientadas en esta época que el Gobierno prefiere dejar en el olvido. «Vivimos una situación absurda», critica en un pequeño bar-librería de las afueras de Pekín. «Hay muchas cosas que se pueden hacer en China, pero de las cuales está prohibido hablar. Yo quiero mostrar la falsedad que existe en esta sociedad y en la política que la rige». No cree que el escenario vaya a cambiar. «El Partido Comunista gobernará China durante mucho, mucho tiempo». Yan culpa de ello a una juventud «egocéntrica que sólo se preocupa por lo material».

Curiosamente, el éxito de Zhao Bandi es fruto de este nuevo segmento de la población, que disfruta del suficiente poder adquisitivo para comprar las creaciones de este diseñador de moda. Sin duda, uno de los personajes más polémicos del país. Y eso que ni se mete en política ni habla de sexo. Su pecado es haber utilizado un símbolo patrio, el oso panda, con fines comerciales que el Gobierno tacha de 'aborrecibles'. Se atreve a utilizar los colores y las formas de este animal para crear ropa interior y vestidos más sugerentes de lo que pueden soportar los dirigentes chinos. El gobierno de Sichuan, la provincia de donde procede este animal, ha promulgado una ley que prohíbe 'ex profeso' el uso lucrativo de cualquier elemento que tenga que ver con el panda. Para Bandi es «censura encubierta. Tendrán que quitar del mercado todos los osos de peluche», ironiza con una de sus mascotas de felpa a modo de sombrero. «China está llena de conflictos internos, y creo que mi arte puede crear una controversia que es necesaria en el diseño. Los sentimientos encontrados que provoca son positivos para el desarrollo de la sociedad del país».

No sólo los creadores chinos están a merced de la censura. Judas Arrieta, un artista multidisciplinar vasco, es buena prueba de ello. Se atrevió a ponerle las orejas de Mickey Mouse a la figura de Mao Tsetung en su obra 'Mickey Mao'. El cuadro fue retirado de varias exposiciones y Arrieta recibió una orden expresa de no volver a retratarlo. Lo mismo le ha sucedido al creador del ObaMao, un dibujo en el que el presidente Obama aparece ataviado con la vestimenta del fundador de la República Popular, y que algún avispado imprimió en miles de camisetas con motivo de la visita del mandatario estadounidense a China, el pasado mes de noviembre. Fueron retiradas antes de que Barak bajara del 'Air Force One'.

Pero como siempre sucede con la censura, existen creativas formas para sortearla. Las camisetas de ObaMao siguen a la venta en los muchos chiringuitos 'underground', Arrieta se ha autorretratado con los rasgos del Gran Timonel, Yan Lianke utiliza la fina ironía para dar esquinazo a los censores y muchos otros optan por no jugar a la ruleta rusa y mostrar su obra sólo en el extranjero. A veces es mejor estar amordazado que entre rejas.