Obama abandona el State Dinning Room de la Casa Blanca tras ofrecer una conferencia de prensa el pasado jueves. :: AP
MUNDO

Obama se lanza al contraataque

El presidente quiere transmitir la imagen de que mantiene bajo control la amenaza terrorista y cerrar la crisis cuanto antes

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La que debía haber sido una tranquila Navidad en su retiro vacacional en Hawai, apenas unas horas después de quedar despejada la aprobación de la reforma sanitaria, se convirtió por obra y gracia del nigeriano Umar Faruk Abdulmutallab en el inicio de la primera gran crisis política de Barack Obama en la Casa Blanca. Es verdad que el presidente ha mostrado sus dotes de liderazgo desde un primer momento, pero la magnitud de los fallos de inteligencia que permitieron al militante de Al-Qaida colarse en territorio estadounidense con suficientes explosivos en su cuerpo para volar un avión con 278 pasajeros a bordo han dejado al Gobierno en una frágil situación. Que Obama saliera a pecho descubierto asumiendo «toda la responsabilidad» por el incidente de Detroit no ha sido suficiente para aplacar las críticas de los medios norteamericanos, que han valorado la franqueza del mandatario pero no las medidas adoptadas para evitar que la situación se repita. Y peor aún, en un año electoral donde se renueva una parte sustancial del Congreso, la incapacidad de atar cabos de la compleja red de inteligencia de Estados Unidos ha dado munición extra a los republicanos para desempolvar el tópico de «debilidad política» que suelen atribuir a las administraciones demócratas.

No importa que la derecha exhiba algunas falsedades de calado como las del ex alcalde de Nueva York Rudolf Giuliani, que para sacar músculo antes sus compatriotas no tuvo pudor en afirmar con una inequívoca frase que «bajo el mandato de Bush» -que comenzó en enero de 2001- «no tuvimos ataques dentro del país. Bajo el de Obama hemos tenido uno». Es probable que Giuliani quiera borrar de su memoria el trauma que le causó el atentado contra las Torres Gemelas, pero de ahí a pasar por alto la fecha 11 de septiembre de aquel año va un complicado trecho.

Como se ve, más que ser fieles a la historia, a los conservadores lo que les interesa es agarrarse a las dificultades que atraviesa Obama para descalificar a fondo su política antiterrorista y transmitir la sensación de que con Bush el país estaba más seguro. Y ningún tema como Guantánamo ejemplifica mejor las divergencias entre los dos grandes partidos. Mientras el inquilino de la Casa Blanca insiste en que ni el atentado de Detroit ni el fortalecimiento de Al-Qaida en Yemen justificarían un cambio de sus planes del cierre del penal, los líderes republicanos han redoblado su oposición a la medida y se aprestan a librar una larga batalla para erosionar la imagen del presidente en un asunto con cada vez peor salida.

Rechazo social

Más allá de la lucha de poder en Washington, la idea de 'exportar' supuestos terroristas del penal cubano a cárceles norteamericanas tropieza cada día con más rechazo social e importantes condicionamientos jurídicos. La otra gran alternativa -enviar a un número importante de detenidos a países árabes aliados, especialmente a Yemen- ha sido reconsiderada como inviable por el Gobierno a la luz de los últimos acontecimientos.

La paradoja es que Obama no tendrá más remedio de momento que hacer caso a la recomendación de Giuliani de «mantener lo que hizo Bush» con relación a Guantánamo y aparcar una de sus grandes promesas electorales. Cuando la inseguridad aumenta en casa, el debate sobre el futuro de los presos pasa a un segundo plano. La prioridad es restituir la confianza de los estadounidenses en sus servicios de seguridad y disipar el miedo a un atentado de grandes proporciones. A los servicios de inteligencia ya les ha advertido de que no «tolerará» más fallos y los ha emplazado, en una tarea contrarreloj, a reestructurar a fondo tanto las vías de obtener e interconectar información de sospechosos de terrorismo como rediseñar, en coordinación con gobiernos de todo el mundo, medidas más estrictas del control de pasajeros.

Tarde o temprano, el éxito de su Administración en su lucha contra el terrorismo se medirá por la ausencia de atentados. Con su intensa campaña de esta semana, Obama ha buscado dar la imagen de que controla la situación a la vez que ha buscado la manera de cerrar una crisis que se le hubiera colado en la celebración de su primer aniversario en la Casa Blanca.