Tribuna

Mithra, matador de toros

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Se puede decir con justeza que Mithra fue el primer dios paneuropeo. En efecto, aceptado como suerte de Numen Tutelar por los legionarios romanos, su culto se fue extendiendo según se ampliaban las fronteras del Imperio. Junto a los campamentos o las nuevas ciudades venían a construirse, o mejor, excavarse, los lugares de su culto, que simulaban la cueva o antro, donde el dios, en el origen de los tiempos había sacrificado al Toro Cósmico, cuya sangre regeneraba el universo.

Así, desde el Danubio hasta Britania, desde el Rhin al sur hispano, además de otros enclaves en el norte de África y Asia Menor, la práctica de su liturgia y la creencia en sus preceptos, aunaba a miles de hombres en una esperanza común de salvación.

¿Quién era ese joven sacrificador de toros? . Inscrito siempre en zonas de tradición indo-europea, aparece ya citado en el siglo XIV a. C. en unas tablillas del Imperio Hitita, como garante del pacto entre dos reyes. Luego, entre los arios hindúes, en los Himnos Védicos, se va perfilando con mayor detalle su personalidad como divinidad solar y guerrera. Más tarde, en Persia, leemos su nombre en los textos sagrados del Avesta, donde ya se define con uno de sus avatares mas imperecederos: el Héroe Invencible de cofradías masculinas formadas por cazadores, soldados y pastores, que honran su culto en unas ceremonias de carácter iniciático, cuyos elementos más destacados son la ingesta del 'Haoma', suerte de bebida sagrada alucinógena (análoga al 'Soma' védico), y la tauromaquia, es decir la lucha del hombre con el toro y su posterior sacrificio.

La reforma religiosa que Zoroastro impone en la Persia Aquéménida, considerando aquellos antiguos dioses inmemoriales como seres demoníacos, no consigue en absoluto borrar la estela Mithraica. Antes al contrario, se le asocia a la nueva divinidad suprema y benefactora, Ahura-Mazdá, como especie de celestial mensajero, que hace patente sus designios entre los humanos.

Cae aquel imperio. Surgen otros. Partos, Sasánidas, Seleúcidas.Roma. Y a través del tiempo y las constelaciones, de las piedras que un día fueran murallas y los días disuelven en arena, los siglos repiten el nombre de Mithra, hasta su nueva eclosión, como al principio se dice, en el hogar romano de Europa.

¿Quién es este joven e imperecedero matador cuyo milagroso nacimiento de una piedra se celebra el 25 de diciembre.? (El balbuciente Cristianismo tomó no pocas cuestiones del acervo mithraico.). Resumiendo aun más su trayectoria, señalemos que su llegada a Roma se data en el siglo I a.C., en la época de Pompeyo que combatiendo a los piratas de Cilicia, llega a conocer los ritos mithraicos que estos practicaban.

Adoptado, como ya se dijo, por los militares como dios protector, a los que se unirían otros estamentos sociales, su culto se conforma como el de una religión mistérica, que ofrece al creyente la posibilidad de una salvación ultra-terrena, articulado en unas cofradías en las que los llegados iban pasando por una serie de grados, Corax, Nimphus, Heliodromus, Perses, etc., culminados por el Pater Patrum, el Padre de los Padres.

Tal vez a causa del carácter semi secreto del culto no nos ha llegado, al menos hasta hoy, ningún texto que lo ilustre, teniéndonos que valer en este aspecto de comentarios, más o menos informados, más o menos de pasada, de algunos escritores coetáneos.

Al contrario, la pintura, escultura o epigrafía, nos han legado importantes testimonios, tácitos y enigmáticos, de casi todo lo referente a la Iconografía Mithraica. El más repetido y notable es la representación del dios en el acto de degollar al toro. Un perro y una serpiente lamen su sangre. Un escorpión pinza sus testículos, su rabo se transforma en espigas de trigo. Mithra mira al firmamento mientras a cada lado del misterio, dos jóvenes: Cautés y Cautopatés portan sendas antorchas, una izada, otra hacia tierra.

Que todo ello fuera recuerdo de aquellos ancestrales ritos de cazadores antes mencionados, a lo que se uniera luego otro contenido más complejo, es perfectamente plausible. Y posiblemente para el romano aquel dios oriundo de Persia viniese a encarnar sus virtudes mas queridas: valentía, probidad, honor..virtudes y comportamientos que el Mitraismo valoraba en gran medida.

«Natalis Invicti», es decir el Nacimiento del Invencible es el nombre de la fiesta que en estos días congregaba, si cabe así suponerlo, a los fieles en el banquete fraternal. Mithra, cuyo nacimiento era también el del Sol abría las puertas del cielo que volverían a cerrarse el 24 de Junio. Las fiestas, también de los dos Santos Juanes: el Evangelista y el Bautista.