LA CASAPUERTA

Adiós, 2009, adiós

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En una ocasión, la reina de Inglaterra se lamentaba de lo mal que le había ido el año saliente catalogándolo como «annus horribilis». Si para tan augusta personalidad mundial ese año fue malo y desastroso, qué no será para el resto de los mortales que año tras año soportamos sin fuerzas e impotentes los embates inmisericordes de la desastrosa política que nos ha tocado vivir, sin avisos inmediatos de salir del pabellón de los condenados.

A nivel general, el año 2009 ha sido malo, muy malo. Perverso y cruel. Muchísimos familias de la clase media han quedado en la ruina y la clase menos favorecida ha entrado en una espiral de incertidumbre e indefensión. La aguda crisis y sus consecuencias está erosionando peligrosamente el complicado tejido social y la dinamita está servida.

Desde luego no piensan así los que han 'trincado' y se lo han llevado todo impunemente. Para ellos ha sido un año maravilloso, generoso y espléndido como para repetir de nuevo. Hasta el mismo Rey en su mensaje de Navidad ha puesto el dedo en la llaga para que servidores y partidos políticos se den cuenta de una vez que lo que están haciendo no tiene perdón de Dios y merece un severo castigo.

Nos queda la esperanza que, como en el ánfora de Pandora, es lo último que se pierde. Triste realidad que sólo consuela a los pueblos sin aspiraciones que bostezan bajo la sombra alargada de un pasado que no les fue nada bien. El pasotismo y el bandolerismo son sinónimos de pobreza e ignorancia. ¡Muchas felicidades!