ESPAÑA

«Si Aminatu muere, los culpables serán los gobiernos de España y Marruecos»

El Ghalia Djimi, que compartió celda con Haidar, defiende la decisión de la activista de seguir la huelga de hambre

EL AAIÚN (MARRUECOS). Actualizado: Guardar
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Mira de reojo la televisión, mientras prepara, con mimo, el té para su invitado. Las noticias que llegan desde Lanzarote le causan inquietud. Sabe que ya no hay vuelta atrás. Está convencida de que su amiga Aminatu Haidar regresará a su casa en El Aaiún, pero le preocupa, y mucho, cómo lo hará. «Si Aminatu muere, los culpables serán los gobiernos de España y de Marruecos porque ella no pide nada inalcanzable, sólo volver con su familia dignamente».

La mujer que realiza este análisis conoce muy bien a la activista saharaui que se acerca peligrosamente al primer mes de ayuno. Se trata de El Ghalia Djimi, otra luchadora por los derechos humanos, que compartió con Haidar una de las etapas más duras y amargas de la vida de ambas: tres años y siete meses encerradas en una prisión marroquí. «Nos hicieron desaparecer el 20 de noviembre de 1987, yo tenía 26 años, y Aminatu, tan sólo 20». Le imputaron como delito el querer entregar a una delegación mixta de las Naciones Unidas y de la Organización de Estados Africanos una carta reclamando que se velará por la integridad de los derechos saharauis. Un dato glosa las insalubres condiciones que tuvieron que soportar en el presidio marroquí: durante los tres años y siete meses de cautiverio, sólo les permitieron cambiarse tres veces de ropa y llevaron los ojos vendados las 24 horas de cada uno de los días que duró ese infierno.

«Nos torturaron y nos humillaron, pero en vez de generar en nosotras temor, nos inspiró para seguir luchando durante toda la vida por los derechos humanos», explica la mujer en un muy correcto castellano.

El Ghalia Djimi acusa al reino alauí de tener un «plan premeditado» para expulsar de Marruecos a todos los dirigentes de colectivos prosaharauis o impedirles que puedan abandonar el país. La estrategia, según su versión, comenzó hace un mes, y siempre con el mismo modus operandi: retirar la documentación marroquí a todos los activistas saharauis. Y Haidar, según su amiga y colaboradora, fue «víctima» de este plan. «Ella no tiró la documentación marroquí, se la quitaron porque no querían que volviera a salir a recoger ningún premio internacional», abunda. Aminatu regresaba de Nueva York, donde recibió un galardón por su lucha en favor de los derechos humanos, y a su llegada a El Aaiún fue expulsada.

Pasaportes

Para corroborar su tesis, El Ghalia Djimi enumera una serie de casos similares al de su amiga, que no han tenido tanta repercusión en los medios de comunicación. «El 6 de noviembre le retiraron el pasaporte a cinco activistas en la frontera con Mauritania, el 9 de octubre, a Sultana-Jaya le impidieron ir desde El Aaiún a una clínica de Barcelona para operarse de un ojo, y el 20 de noviembre a Bugarfa Abderrahaman le quitaron todos los documentos en el aeropuerto de Casablanca».

Éste es el motivo por el que ella todavía no ha ido a visitar a Haidar al aeropuerto de Lanzarote: «Sé que si voy no me dejarán volver o me quitarán toda la documentación, y yo tengo cinco hijos». El Ghalia define a Aminatu como una persona muy perseverante y serena, que siempre cumple su palabra, pero por encima de todo destaca su tolerancia. «Ella respeta a todos los seres humanos y no tiene ningún problema con nadie, ni siquiera con los saharauis que defienden que nuestra tierra es de Marruecos», acota. También muestra preocupación por los hijos de Haidar, a los que está convencida de que se les está causando un grave daño psicológico.

Ni a El Ghalia ni al resto de activistas saharauis de El Aaiún consultados les ha sorprendido la actitud de las autoridades de Marruecos, pero si la del Gobierno de España y la de la Unión Europea. «Tienen demasiados intereses económicos en Marruecos como para que les interese la vida de un ser humano», sentencia.

Sin resentimiento

No hay atisbo de resentimiento en las palabras de El Ghalia, pese a todo el sufrimiento experimentado en carne propia. Su mirada cambia cuando cuenta el caso de su abuela, la mujer que la crío como a una hija. «La 'desaparecieron' en 1984 en Agadir.

Ella no era una sindicalista, ni una estudiante ni una agitadora, era una mujer analfabeta de 70 años que cometió el delito de seguir manteniendo las costumbres ancestrales del pueblo saharaui». No hay día que no piense en ella, pero afirma duerme en calma todas las noches. «Es -afirma traquila- la forma de ser del saharaui, somos pacifistas por convicción». La crisis que ha provocado la huelda de hambre de Aminatu ha dado pie a la «resurrección» del debate sobr el futuro del pueblo saharaui. Una de ellas ha sido la del Frente Polisario, que, según algunas faccciones, podría retomar la lucha armada. Un aspecto que El Ghalia no lo tiene claro: «El saharaui es un pueblo pacífico y yo personalmente como defensora de los derechos humanos no creo en la violencia». Sin embargo, El Ghalia asume que ésta será una decisión final que deberán adoptar los resaponsables militares del Frente Polisario.

La activista rechaza de plano las insinuaciones lanzadas por Marruecos sobre la pertenencia de Aminatu al Frente. «Ella es sólo una defensora de los derechos humanos», repite una y otra vez.