Tormo, sobre una grúa cercana a la Mirandilla. :: ANTONIO VÁZQUEZ
CÁDIZ

Un parado se encarama a una grúa durante seis horas

La Policía le convenció de que bajara, por su seguridad, tras exhibir una pancarta en la que reclamaba «trabajo, ya»

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Fue una protesta espontánea e individual, que pudo acabar en un susto pero se quedó en nada. Francisco Javier Tormo, de 34 años, se encaramó a las diez de la mañana de ayer a una grúa de construcción situada en la calle San Juan de Dios, casi en el Campo del Sur, junto a la Mirandilla.

Su pareja, Inmaculada, explicaba horas después que «está desesperado». El motivo está en 15 meses de paro. Es albañil y «aunque siempre se ha buscado muy bien la vida», se quedó sin empleo hace casi año y medio.

Desde entonces, asegura su compañera, «va cada día a todas las obras, ha pedido ayuda a todas las instituciones, presenta todas las solicitudes... pero nada». Afirma que han recibido ayuda del Ayuntamiento «que nos pagó dos meses de alquiler pendiente, pero como no tenemos trabajo, ya debemos otros dos. Sólo queremos trabajar. Lo necesitamos».

En su casa entran 400 euros de ayuda al mes. Pagan 280 de alquiler. Es el retrato-robot de los más afectados por la crisis. Con dos hijas, de 11 y 12 años, y más descendencia en camino, Tormo tomó ayer una decisión imprudente. Se subió en solitario, en un día de viento y lluvia, a la grúa con una pancarta que resume su reivindicación: «Necesito trabajo ya».

Permaneció encaramado seis horas, hasta las cuatro de la tarde. La presencia de varios funcionarios de Policía Local y Cuerpo Nacional de Policía le convencieron. Los agentes le hicieron ver que corría mucho riesgo y que su actitud podía empeorar la situación. La participación de algunos familiares, que entre lágrimas le pidieron que reconsiderase su actitud, terminaron de decidirle. Bajó por propia voluntad y se marchò a su casa.

Nadie le ha prometido ninguna reunión, ninguna intermediación y, mucho menos, un posible empleo. Asegura que hoy volverá a iniciar su peregrinación por todas las obras, por las oficinas de empleo y por todas las instituciones. Pasado el arrebato de angustia, permanece inalterada la necesidad de un empleo.