El director general del Servicio de Estudios del Banco de España, José Luis Malo de Molina, presenta los resultados del tercer trimestre. :: EFE
Economia

El peor año de las empresas

El instituto emisor llama a las compañías a rebajar la deuda porque la financiación se va a encarecer El resultado cayó un 29% hasta septiembre, pero lo más profundo de la crisis se ha superado

MADRID. Actualizado: Guardar
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Las empresas españolas atraviesan, desde el otoño de 2008, «el periodo más duro de la crisis más profunda» de su historia reciente. Si no fuera por el alivio de unos tipos de interés «extraordinariamente bajos», sus cuentas arrojarían saldos peores que en la crisis de 1993. Pese a que el precio del dinero está en mínimos históricos, los resultados han sufrido, entre enero y septiembre de este año, un desplome del 29,7%, según datos de la Central de Balances trimestral del Banco de España. En la presentación de estas cifras, el director general del Servicio de Estudios de la institución, José Luis Malo de Molina, alertó a las compañías para que, en cuanto puedan, empiecen a reducir su endeudamiento si quieren aprovechar la etapa de recuperación.

Todo apunta a que el tramo más negro del túnel se localizó en la primera mitad de este año, mientras que en el tercer trimestre el descalabro de la actividad y del empleo se suavizaron. «Lo peor de la crisis ha quedado seguramente detrás», apuntó Malo de Molina. Pero también recordó que las compañías suelen ajustar las cuentas en la recta final del ejercicio, por lo que no es descartable un empeoramiento en los resultados que presentarán en diciembre. Y se mostró convencido de que el ajuste del empleo continuará por un periodo que no se sintió capaz de calcular.

Pese a la dureza de la recesión, las compañías resisten. Junto a la rebaja de costes financieros, la madurez que ha alcanzado el sistema productivo español, donde abundan las multinacionales, ha hecho posible que la rentabilidad de las empresas se sitúe todavía por encima de lo que cuesta financiar los proyectos de inversión. «En condiciones normales, la situación sería propicia para invertir», dijo el director del servicio de estudios del Banco de España. Pero añadió que la falta de expectativas y de confianza, así como la baja utilización de la capacidad, coarta cualquier impulso.

Hace justamente un año, el instituto emisor instaba a las entidades financieras a proporcionar más crédito a la economía productiva. Los llamamientos son ahora otros. Las compañías han aumentado su deuda, animadas por los bajos costes de los préstamos, y en el horizonte aparece ya -si no una subida del precio oficial del dinero- el final de la liquidez ilimitada que el Banco Central Europeo ha venido proporcionando a las entidades. Y esta medida encarecerá la financiación.

Empresas de todos los sectores de actividad han visto caer su valor añadido bruto en los nueve primeros meses del año. El retroceso del conjunto fue del 13,1%, y se llegó a un desplome del 30,7% en el segmento industrial o del 15% en la energía, si bien tan bruscos descensos se atenuaron un poco durante el verano. Tasas semejantes de caída no se habían conocido desde que arrancó la Central de Balances en 1984.

Gastos de personal

Los gastos de personal se redujeron el 1,1%, en parte por la caída del empleo, que en los meses transcurridos de 2009 se ha recortado un 2,6%, pero también por la moderación salarial, porque el gasto por trabajador apenas aumentó el 1,5%. Entre las empresas que aportan sus datos al Banco de España predominan las de tamaño mediano y grande, donde el componente variable de los sueldos de los empleados es abultado, y la crisis reduce estas partidas automáticamente.

Consecuencia de estas cifras es la caída récord del resultado económico bruto de explotación de las empresas -la cifra que mejor refleja la evolución de su actividad- en un 22% hasta septiembre. Por fortuna, las compañías han podido contar con un fuerte descenso de los gastos financieros del 28,6% en los nueve primeros meses del año. Ese alivio tuvo como única causa la caída de los tipos de interés, porque el nivel de endeudamiento ha seguido aumentando.

Gracias a los menores costes de financiación, el resultado ordinario neto de las empresas presentó un descenso del 21,8%. Y el deterioro se agudiza en la parte final de las cuentas, porque en lo que va de año se han esfumado las plusvalías que atesoraban las compañías con las ventas de activos y las apreciaciones por el cambio del valor razonable de las propiedades, novedad de la contabilidad que se empieza a aplicar en este ejercicio.

Estas carencias llevaron a que, finalmente, el resultado de las empresas cayera un 29,7%. Sin embargo, la proporción de las ganancias sobre el volumen de negocio, aunque ha retrocedido 15 puntos en lo que va de año, y podría ceder otros 10 adicionales «sigue siendo más elevada que en anteriores crisis», celebró Malo de Molina, tras evocar las pérdidas netas que las empresas de la Central de Balances se apuntaron en 1993.