Los pescadores ven su futuro «muy negro». / A. VÁZQUEZ
RAFAEL GOMAR PESCADOR DE ALMADRABA

«Si seguimos así, Barbate se muere»

Los profesionales del mar critican la falta de alternativas a la pesca

BARBATE Actualizado: Guardar
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Rafael Gomar es marinero. A punto de cumplir los 30 años en la profesión y con la experiencia que le da ser el presidente del comité de empresa de la almadraba Cabo Plata, de Zahara de los Atunes, este pescador lo tiene claro.

«En la última crisis que tuvimos por aquí se decía que el último en salir, apagara la luz. Pero esta vez no va a quedar nadie que pueda apagarla, todos nos vamos a tener que ir», asegura.

Rafael tiene 48 años y una hija. Su rostro revela la dureza del mar y la desesperanza de quien no sabe qué ocurrirá con su futuro, «en un pueblo con un alto nivel de paro y sin salidas ningunas», lamenta.

Al igual que muchos de sus compañeros, este pescador recuerda «las promesas» que les han hecho distintas administraciones en los últimos años. «Nada de lo que nos contaron ha valido para nada. Barbate se muere y parece que eso no le importa a nadie».

Rafael pone como ejemplo de la situación límite en la que viven quienes se dedican a este arte de pesca milenario del atún rojo en la provincia la ansiada modificación de la Ley de Pesca que nunca llega. «No hace mucho nos aseguraron que se cambiaría la Ley para que pudiésemos acogernos a ayudas o planes de subvenciones; y aquí seguimos esperando», critica.

Con el mismo argumento de sus compañeros de que «las almadrabas no han explotado una especie en toda la historia», y que «el problema lo ocasionaron los cerqueros del Mediterráneo», Rafael insiste en sus quejas; «la única industria que creaba empleo en el pueblo de Barbate era la almadraba. Y también se la van a cargar sin que nadie haga nada».

En las cuatro localidades con artes almadraberas -Conil, Barbate, Zahara y Tarifa-, viven directamente de la pesca del atún rojo más de 500 familias, pero es igual de importante toda la industria auxiliar y complementaria que asiste y vive de su captura. «Cada almadraba tiene más de una docena de barcos y si nos recortan los cupos de pesca las empresas tendrán que cerrar», aventura.