PAN Y CIRCO

¡Gutiérrez váyase!

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Entre los personajes que revolotean sobre la cloaca madridista, hay uno que pugna por llevarse todos los titulares con permiso de Pellegrini y Cristiano Ronaldo. Se trata del que futbolísticamente se conoce como un hombre de la casa. Una especie en peligro de extinción en Chamartín, salvo que la Masía culé abra sucursal en territorio enemigo. Guti es -hablando en plata- un niñato, lo que en estos tiempos de zozobra económica resulta una frivolidad porque para cualquier currante que mostrara las mismas habilidades en su oficio sería un chollo para la empresa. Pero al 14 del Real Madrid se le va la olla con tanta frecuencia que hace ya mucho tiempo que debería estar dedicándose a otros menesteres. Y esto último a fe que lo intenta, ejerciendo de carnaza para la prensa rosa; faceta que desempeña casi con la misma perfección que sus salidas de tono dentro y fuera de un terreno de juego. Capaz de lo mejor (cada vez menos) y de lo peor (donde se desenvuelve como pez en el agua), da la impresión de haber perdido el norte y eso en cualquier entidad seria le hubiera acarreado el despido inmediato, pero en este Real Madrid del nuevo siglo, tan afín a una rimbombante mediocridad, Guti es un personaje hasta necesario. Sus salidas de tono son las de una sociedad que sigue a velocidad de crucero rumbo a una fosa donde pondrá freno a una caída que comenzó el mismo día en el que las autoridades competentes lo nombraron mejor club del siglo XX. El rubio centrocampista es una espina clavada en el corazón de Florentino Pérez, que se tendría que haber deshecho hace años de un bulto tan sospechoso, a poco que tuviera claro qué Madrid pretende. Sin embargo, Guti -desde su trono de chico de la cantera y de madrileño castizo- se limita a ejercer de ejemplo en quien fijarse para saber por qué este club es capaz de superarse cada día más en el arte de la indecencia.