TRIBUNA LIBRE

¿Hay alternativas a la actual crisis económica?

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La aplicación de políticas neoliberales, con mayor o menor rigor, se extendieron en los países del capitalismo más desarrollados -EE.UU, UE, Japón- y de ahí, mediante el proceso de globalización y con el concurso de organismos internacionales de desarrollo - Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, Organización Mundial del Comercio- controlados por aquéllos, impusieron esta doctrina a los países en vías de desarrollo o subdesarrollados: el libre comercio, la privatización de las empresas públicas, el adelgazamiento de los servicios públicos o su supresión -caso de países que han tenido que hacer frente a las ayudas al desarrollo-. Ello ha supuesto la puesta a disposición de empresas multinacionales de enormes recursos y a las poblaciones locales, en muchas ocasiones, en situación de gran precariedad. En el caso español, la venta de empresas públicas rentables por parte de los gobiernos del PSOE y del PP está en la memoria de casi todos. Y los resultados fueron espectaculares para la clase capitalista, es decir, la clase social detentadora del capital.

Y de repente la gran depresión, la crisis económico financiera que ha devastado la economía de los países, reducido empresas y destruido empleo de forma masiva, casi 22 millones de trabajadores en la UE, de los que más de 4 millones son españoles. ¿Qué es lo que ha pasado?

Muy en síntesis - por los límites de un artículo y, posiblemente, de rigurosidad por la misma causa- ha pasado que ha habido una muy desigual distribución de la riqueza generada, que ha separado con una brecha cada vez mayor los países ricos de los pobres. También esta brecha es aplicable en cada país entre las clases sociales altas y las bajas cuyo diferencial de ingresos se ha ido acentuando -recuerden que más de la mitad de la población mundial tiene que administrarse con menos de 2 dólares diarios, o que la fortuna del 1% de estadounidenses del tramo superior sobrepasa en fortuna a 170 millones de estadounidenses con menores recursos-. Simultáneamente, durante el periodo analizado, que se han deteriorado las condiciones de vida y de salario de los trabajadores, no ha habido un movimiento masivo de resistencia de los mismos -cuyas causas no entro ahora a analizar-. Ello ha provocado, a su vez, dos fenómenos: la crisis del mercado -si no tengo compradores ¿para qué invertir en su producción?- que se ha tratado de resolver mediante la financiarización de la deuda de personas sin ingresos -las hipotecas subrpime, por ejemplo- y que ha llevado a las familias españolas a endeudamientos de hasta el 95 % de su renta bruta. El segundo fenómeno -que deshace el mito neoliberal de la necesidad de que el capital aumente sus ganancias para invertir y crear empleo- es que el grueso de los excedentes de los ricos no lo aplican ya a la producción de bienes reales sino que invierten en activos -acciones, propiedades inmobiliarias, propiedades de ocio, etc- es decir, en bolsa, así generaron las burbujas de los mercados de valores hasta que la puja por los mismos les hizo estallar -los valores representados diferían notablemente de sus valores de uso-. Es lo que se ha denominado el capital financiero especulativo. Pero este colapso de los valores de activo -derrumbe del mercado inmobiliario y desplome de dichos valores- tiene la repercusión gravísima en toda la economía y en los trabajadores. El colapso de los créditos para la clase trabajadora pone fin a la financiarización como solución a la crisis del mercado y al desplome de muchas industrias.

Las soluciones que se están dando por parte de los gobiernos de Europa y los EE.UU. es un intento de racionalizar-a costa de la mayoría de la población- lo que es a todas luces irracional. En el caso español dotar a la banca de 250.000 millones de euros -el 25 % del PIB- es lo que algunos autores han denominado, donde se realiza, un golpe financiero contra el Estado y la sociedad. Es un rescate a la clase capitalista a la que se le perdonan deudas y transgresiones, en lugar de socorrer a las familias a las que se desahucia o a las que se les ejecuta su hipoteca.

Además este tipo de política lo que consigue es permitir a la clase capitalista dotarse de nueva arquitectura organizativa para repetir el ciclo. El problema crucial de esta crisis y cómo abordarla radica, pues, en el control de los excedentes que el capitalismo genera -2,5% anual sobre base compuesta, en la media de los últimos 50 años- buena parte del cual debe recapitalizarse y reinvertirse en actividad expansiva y que constituye el capital financiero. La solución sería (propuesta de David Harvey, reconocido académico norteamericano) para la mayoría de la sociedad, tomar las riendas del control social y político -la socialización- del excedente capitalista y escapar de los problemas que, sin duda, se repetirían. Pero ello depende de nuestra capacidad de movilización que favorezca nuestra posición en las relaciones de fuerza de las partes en conflicto.