vuelta de hoja

La receta de Quique

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El nuevo y valeroso entrenador del desnutrido Atlético de Madrid, Quique Sánchez Flores, tiene la fórmula. Y lo mejor es que es trasladable desde el campo de fútbol al campo de la política. Su diagnóstico fue rápido. «Los jugadores parecen peores de lo que son por su desánimo», ha dicho. No que sean buenos, sino que parecen peores. ¿No es eso exactamente lo que les ocurre a nuestros políticos? Algunos, que prometían mucho, ahora se disponen a suprimir definitivamente la desgravación de 400 euros. Y otros, que no prometían nada, porque se sabe que son unos tarugos, se las prometen muy felices después de cambiar el dinero de sitio.

Quique lo ha visto clarísimo: el problema es el desánimo. Más que un buen trato con el balón lo que urge es un tratamiento psiquiátrico. Con el desaliento no se va a ninguna parte y riñendo unos con otros menos. Si se acertara a aplicar la fórmula de Quique incluso las Cajas destempladas de Ahorros, que son imprescindibles en su gestión social, dejarían de dar el ávido espectáculo que nos están proporcionando. Lástima que no lo televisen. El juego sucio no se desarrolla en el césped, sino en «sillones de ignominioso cuero», que dijo Neruda, fregados y pulidos por la saliva aduladora.

Es cierto que la afición es sufridora y los socios de un equipo y los votantes de un partido político tienen derecho a ser felices.

No es del todo exacto, como creía yo, que los futbolistas sean los únicos profesionales que exigen ser recompensados por cumplir con su obligación: los políticos también, lo que ocurre es que se buscan ellos la recompensa. Si al nuevo entrenador le sale bien y los jugadores dan pie con bola, ya tenemos pancarta para las próximas elecciones: Quique al poder.