Rajoy ofreció ayer su primera conferencia de prensa en seis meses. / EFE
ESPAÑA

Rajoy reitera su «confianza» en Camps y deja la crisis del PP abierta en canal

El líder popular se conforma con la salida de Costa y expresa su «voluntad» de que el 'president' vuelva a ser candidato en 2011

MADRID Actualizado: Guardar
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Seis meses y dos días después de su última conferencia de prensa, Mariano Rajoy compareció ayer para salvar, no se sabe hasta cuándo, la carrera política del presidente de la Generalitat valenciana, Francisco Camps, y para tratar de cerrar, aunque fuese en falso, la crisis que convulsiona al PP por la presunta implicación de varios de sus dirigentes en el escándalo de corrupción de la trama Gürtel.

El líder del PP trató de ocultar y minimizó el duro enfrentamiento vivido esta semana entre las direcciones nacional y valenciana por la destitución del hasta ahora número dos del partido en la región levantina, Ricardo Costa, y no llegó a aclarar por qué los motivos que permitieron echar al secretario general no valen para lo mismo con Camps, su jefe directo, y con otros altos cargos de su Gobierno. Lo que sí hizo fue dar por zanjada con la cabeza de Costa la asunción de responsabilidades en el PP valenciano, donde «ya se han tomado todas las medidas que había que tomar».

Rajoy, preguntado en cuatro ocasiones sobre el asunto, aseguró que, una vez archivada la investigación judicial contra Camps por el caso de los trajes, «no hay elemento nuevo alguno o actuación política que le afecte y le haga merecedor de ser cesado como presidente del PP valenciano». El líder opositor ignoró los informes policiales que relacionan a Camps con dirigentes de la trama, en especial con su representante en Valencia, Álvaro Pérez, El Bigotes. Es más, señaló que mantiene «el mismo nivel de confianza de siempre» en el presidente de la Generalitat, al punto de que su voluntad es «que siga presidiendo el PP valenciano» y sea el candidato a la reelección en los comicios autonómicos de 2011.

Amistad

Para entender esta defensa numantina de Camps, cada día más cuestionado en el partido, hay que reparar en las declaraciones que hizo pocas horas antes el portavoz popular, Esteban González Pons, en las que recordó que «la amistad» entre los dos presidentes es «es muy difícil que se rompa porque se han ayudado y auxiliado en momentos muy difíciles», en alusión al vital apoyo del barón valenciano tras la derrota en las últimas elecciones y en el posterior congreso del PP, momentos en que el liderazgo de Rajoy se tambaleó. En su cerrada defensa, el líder de los populares llegó incluso a negar que Camps le hubiese mentido en los últimos días, al decirle que ya había comunicado a Costa su destitución cuando, en realidad, no lo hizo hasta que la secretaria general, Dolores de Cospedal, se vio obligada a amenazar con la expulsión si no se cumplía la orden.

Echó también balones fuera cuando, preguntado por si los dirigentes valencianos cumplieron sus órdenes, contestó con un pragmático: «La vida son resultados y los resultados son los que son».

El PP cambió, además, en sólo 24 horas las razones que motivaron el cese fulminante de Costa. Si la primera versión, la de Cospedal, apuntaba a que se debía a sus relaciones «poco recomendables» con personajes de la trama corrupta, en especial con El Bigotes; la última es que el detonante son las sombras de duda sobre la legalidad de las cuentas del PP valenciano que emanan de la investigación policial. El cambio de motivo podría tener que ver con que las amistades peligrosas eran compartidas por el presidente de la Generalitat -Pérez era su «amiguito del alma»-. Rajoy alegó por tanto «el plus de exigencia» de responsabilidad política que obliga a un secretario general y que, según esta teoría de nuevo cuño, ha conducido a la destitución de Costa, mas no a la de Camps.

Lo cierto es que fuentes populares aclararon que el «elemento nuevo» que ha liquidado la carrera de Costa, y que no afecta a Camps, es la sospecha de financiación ilegal del partido documentada en el informe policial. Un delito que, sin embargo, fue negado de forma rotunda por el líder del PP. «Todas nuestras cuentas -dijo- son legales». Las mismas fuentes comentaron que se ha tenido en cuenta asimismo que Costa reconoció que había cometido «errores de los que se avergonzaba», pero en cambio se ha ignorado que siempre dijo que hizo todo por órdenes de Camps.

Rajoy tampoco supo explicar en qué momento fue cesado como secretario general y como portavoz en las Cortes valencianas. De hecho, el interesado y otros dirigentes populares mantienen que ese cese nunca se produjo porque no fue discutido y votado en los órganos competentes. Como salida, insinuó que lo que ha pasado es que el ex dirigente dimitió, extremo negado siempre por el ex secretario general. «Costa, en la reunión del comité ejecutivo, pidió la suspensión de sus funciones y se aceptó. Lo mismo hizo en la reunión del grupo parlamentario», indicó Rajoy.

Sin parangón

El líder del PP, frente a las voces internas que creen que su inacción ha agravado la crisis, respondió sin pizca de autocrítica y aseguró que el nivel de exigencia de responsabilidadesque ha asumido «no tiene parangón en España». También se declaró «convencido (de la corrección)» de lo que hizo. Cree que se ha movido con «prudencia y sin precipitación», no se ha dejado llevar «por las presiones» y ha actuado siempre «en interés general del partido, nunca de Mariano Rajoy». Quizás en referencia a las tajantes decisiones de Esperanza Aguirre en esta crisis, añadió que tenía que hacer «política con responsabilidad, mientras otros no tienen por qué».

El líder popular no descartó que en el futuro, cuando se levante el secreto sobre nuevas partes del sumario, se vea obligado a tomar otras decisiones drásticas, aunque hoy las crea agotadas.