CALLE PORVERA

peligro: solteras

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Si nos ponemos a analizarlo, pocas cosas creo que sean tan absurdas como las despedidas de solter@ (aunque yo me referiré a las femeninas, que son las que manejo). Absurdas desde el propio concepto, puesto que nadie se despide de la diversión, ni del sexo, ni de tantas otras cosas que se presuponen han de aliñar cualquier fiesta de este tipo que se precie. Una dice adiós en todo caso al ligoteo (aunque hay gente que ni siquiera eso), pero se trata de algo a lo que se supone renunciaste mucho tiempo antes, desde que iniciaste tu relación de pareja.

Metidas ya en materia, no menos ridículos resultan los artilugios, elementos de sex- shop y horteradas variadas con los que se atavían las amigas y, sobre todo, la pobre novia, de la que muchas no tienen piedad en sus tropelías. Además, da la sensación de que será la última vez que todas puedan estar juntas, a verlas venir entre copa y copa hasta el amanecer, como si a partir de la boda la juventud y las ganas de reír se quedaran relegadas y guardadas en el armario. Después de esta reflexión en la me he despachado a gusto he de confesar que, olvidando todo lo que simbolizan, las despedidas son un momento único para compartir y disfrutar de tu gente. En mi caso, nosotras casi vivimos con mayor intensidad el preludio, pues lo pasamos en grande quitándole el sueño a la futura casadera con las cosas horribles que le haremos el Día D.

Recurrimos a engaños y artimañas para cogerla desprevenida, pero a la hora de la verdad nos comportamos y sacamos el máximo rendimiento no sólo a una noche, sino a un fin de semana entero lleno de confidencias, borracheras y buenos ratos. Anoche pude disfrutar de otra de estas cenas inigualables, que hacen que olvidemos lo peor del día a día e incluso volvamos por un momento a nuestra más tierna adolescencia. Sólo por ello, habrán merecido la pena los topicazos y el dolor de cabeza que estoy padeciendo.