LA PARCELITA

Saltó otra liebre

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De verdad que cada vez entiendo menos lo que pasa en nuestra ciudad. La semana pasada celebrábamos la llegada a la presidencia de la comisión del Bicentenario de nuestro paisano Luis Pizarro. Parecía que los negros nubarrones institucionales que iban a impedir llevar a buen término los ambiciosos proyectos del Doce se disipaban y comenzaba a lucir un sol prometedor. Para aumentar lo buenos augurios, en el último Pleno municipal se estableció una especie de pacto de no agresión entre todos los componentes del Consistorio para, de una vez por todas, comenzar a colaborar y a no poner trabas a los proyectos que, si se llevan a buen puerto, podrían revitalizar nuestra ciudad.

Pero ¡hete ahí! que se nos sorprende, así por la buenas, con un nuevo catalogo de edificios que se declaran intocables por la Junta de Andalucía. Entre ellos, y para sorpresa de todos, se encuentra la Estación Marítima. Ahora, que empieza a sonar el puerto de Cádiz como terminal de cruceros de lujo y uno de nuestros puntos negros es el citado edificio por insuficiente, obsoleto e incapaz para su cometido, resulta que es una joya arquitectónica a todas luces intocable por su valor, ¡de verdad que no lo entiendo! Ya era difícil comprender la decisión tomada sobre la Aduana pero esto es a todas luces, no una china en el zapato sino, una muralla difícil de derribar. No sé quién, o quiénes, son los responsables del catálogo pero para mí que se han pasado tres pueblos. La Estación Marítima es un auténtico bodrio, no ahora, desde que se construyó. Por muchos valores que le otorguen hay que construir una que sea lo que debe ser, bien pensada, estructurada para su función y capaz de acoger a los grandes cruceros que se avecinan, lo demás son monsergas. Que sabio es nuestro refranero «donde menos se espera, salta la liebre».