Los profesionales del centro de salud reclaman medidas para prevenir agresiones. /J. O.
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El personal de Pinillo Chico se echa a la calle para denunciar la saturación del centro

En los 23 años que lleva abierto el ambulatorio no se ha incrementado la plantilla

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Los episodios de tensión con los usuarios han ido en aumento hasta que, finalmente, se produjo el incidente. Profesionales del ambulatorio de Pinillo Chico apuntan a que la saturación que soporta el centro es la causa que explique el incremento de situaciones conflictivas que tuvo su triste colofón hace una semana cuando el padre de un paciente encerró en su despacho durante unos minutos a una pediatra, a la que insultó gravemente y estuvo a punto de agredir con la excusa de que tardaban en atender a su hijo. Ayer, la plantilla de Pinillo Chico contestó a este ataque con una concentración silenciosa a las puertas del centro, en la que también participaron representantes del Sindicato de Enfermería (Satse), Sindicato Médico de Andalucía (SMA), CSIF, CC OO y UGT.

Lo cierto es que, con 23 años, el ambulatorio de Pinillo Chico ve agravado año tras año los problemas de saturación que sufre. En este periodo, mientras que la población de la zona que atiende ha pasado de las 10.000 a las 30.000 habitantes aproximadamente, el personal sigue siendo casi el mismo: 12 médicos de familia, cuatro pediatras y 12 enfermeros.

El SAS recomienda que a cada doctor no le correspondan más 1.500 pacientes, pero en este ambulatorio la cifra llega hasta los 2.500. A esto hay que sumar las urgencias procedentes de toda la ciudad, ya que, después del cierre del ambulatorio de El Carmen -recientemente convertido en centro de especialidades-, el de Pinillo Chico es junto al hospital, el único que ofrece este servicio en la ciudad.

Aunque el edificio «no está mal dotado de medios», la falta de espacio sí dificulta el trabajo cotidiano de los profesionales, según afiliados a Satse. Tanto profesionales como vecinos de la Zona Norte coinciden a que la solución definitiva a estos problemas llegará con la construcción del nuevo centro de salud en La Florida.

Además de la falta de personal, los trabajadores del ambulatorio denunciaron la falta de medidas de seguridad para prevenir unas agresiones que son «frecuentes» en toda la provincia. Junto a los principales sindicatos, reclamaron la presencia de guardias de seguridad, puertas de escape de fácil acceso, alarmas y los llamados timbres antipánico para reclamar ayuda en momentos de peligro. La experiencia vivida por la pediatra ha tenido su impacto en el resto de sus compañeros, quienes, según comenta el director del centro, Manuel Ramírez, «están llegando al trabajo mucho más preocupados». Tanto Ramírez como otros profesionales no quieren estigmatizar el centro y aseguran que «la mayoría de los pacientes son prudentes y comprensivos». Mientras el Distrito Sanitario y prepara la instalación de los timbres, Ramírez asegura que en el ambulatorio están «aumentando las precauciones» para evitar nuevos casos. Desde la Delegación Provincial de Salud añaden que «el Plan contra las Agresiones está poco a poco dando frutos».

Los profesionales coinciden en que para los meses estivales el panorama no se presenta nada halagüeño en lo que a la saturación se refiere. María Alaminos, enfermera, lamentó que «este verano sólo se cubrirán el 30% de las vacaciones», aunque desde la Delegación Provincial confían en la eficacia del plan de sustituciones. Manuel Sabao, de CC OO, advirtió de que «puede repetirse un colapso como el del pasado Viernes Santo».

Las actividades más tradicionales y arraigadas a la Bahía también tienen su espacio en los nuevos proyectos empresariales que nacen en la ciudad. Desafiando a la crisis, José Antonio Corzo, apasionado de la pesca «de toda la vida», instaló hace poco menos de un mes un puesto de cebos de pesca en la avenida Menesteo, junto a la rotonda de La Puntilla. Durante este breve periodo de vida, su negocio, Cevigades se ha convertido en punto de encuentro para la multitud de pescadores que frecuentan el entorno del río Guadalate y la playa de La Puntilla. Gusanos, muergo, cangrejo, mojama y distintas conservas se ofrecen a precios económicos. Próximamente, incorporará a su negocio refrescos material relacionado con el mundo de la pesca, como anzuelos, hilos y canastillas para el marisco.

En tono jocoso, Corzo asegura que una de las bases de su éxito es que funciona como un auténtico talismán. «Una vez le vendí a uno un cebo y pescó un billete de 20 euros extraviado en el agua», cuenta aún sorprendido. También recuerda cómo a un padre que llevaba a su hijo a pescar por primera vez le vendió gusana y volvió emocionado tras pescar una dorada de seis kilos y otra de casi dos y medio.