Los vendedores ambulantes van de una feria a otra, confiando en sacar lo suficiente para ganarse la vida./ ANTONIO VÁZQUEZ
PUERTO REAL

La otra cara de la Feria

La diversión y el trabajo se mezclan entre feriantes y vendedores ambulantes Las fiestas locales llegarán mañana a su final con el espectáculo de fuegos artificiales

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La semana de feria que mañana finaliza ha sido un continuo hervidero de puertorrealeños y vecinos de la provincia con ganas de fiesta al máximo. Cante, baile y buenas dosis de comida y bebida para celebrar estos días. Pero no para todos los ciudadanos estos días transcurren de la misma manera. Trabajadores de casetas, vendedores ambulantes, o encargados de puntos de venta de comida. Todos ellos componen la otra cara de la feria, la cara del trabajador que busca en estos días un medio de vida sea como sea. Da igual si en crisis o no. Sólo se trata de seguir buscándose la vida.

En los alrededores del recinto ferial de Las Canteras se asientan cerca de un centenar de ecuatorianos que van de feria en feria vendiendo productos artesanales de su tierra a los viandantes que se acercan a sus pequeños mercadillos. Collares y pulseras hechos a mano a base de cuernos, semillas, e hilo, además de camisetas y pantalones componen el abanico de mercancías que exportan desde su país. Uno de estos vendedores es Juan Padilla, un ecuatoriano que lleva viviendo en España desde el 2003. Dos de sus hijas mayores ya llevaban establecidas en nuestro país dos años cuando Juan hizo su entrada en Europa.

Atrás dejaron a su esposa y a cuatro pequeños más que esperan cada mes un salario justo para poder vivir. Las ferias y fiestas patronales de cada pueblo son los mejores lugares a los que acudir con sus puestos ambulantes. La feria para ellos es una rutina, donde trabajan cada día mientras los demás se divierten.

Las horas fuertes de venta empiezan cuando van llegando hasta el Real de Las Canteras las familias puertorrealeñas. Al caer la tarde, hora propicia para el paseo, son muchos los que se acercan a este paseo del recinto ferial a curiosear y comprar. La noche también es buen momento de ventas, pues muchos vecinos vuelven a sus casas y antes de ello más de alguno «pica» con la artesanía de estos ecuatorianos. Así, cada día hasta cerca de las cuatro de la mañana. Hora en la que comienzan a recoger sus puestos a la espera de una nueva jornada de trabajo que aporte lo suficiente para poder realizar un ingreso mensual a las familias que dejaron al otro lado del océano.

Juan intenta hacer dos visitas al año a sus familiares, para reponer fuerzas y no olvidar su tierra. «En Ecuador la moneda está muy escasa y no nos llega para sacar adelante a la familia», comentaba el ecuatoriano. «Por eso decidí hace ya casi seis años buscar suerte en un país como España». Pero este año las ventas están siendo escasas, a lo que hay que sumar el robo de su furgón hace unos días en Madrid. «Me robaron la furgoneta con toda la mercancía en cuestión de diez minutos», explica. «Por ello, estos tiempos están siendo difíciles, y ahora intento reponerme como puedo de la pérdida y conseguir lo justo para mandar a casa», añade. Una vez concluya la Feria de Puerto Real, con los fuegos artificiales, Juan y sus compatriotas recogerán equipaje para partir en busca de un nuevo lugar donde poder asentarse y aprovechar una semana, que aunque para muchos es de fiesta, para ellos se trata de la mejor época en la que sacar el mayor provecho de sus ventas diarias. De feria en feria. De fiesta en fiesta.