La explosión provocó la rotura de varios cristales de las ventanas de la vivienda del presunto autor de los hechos. / NURIA REINA
CÁDIZ

Un vecino de Guillén Moreno intenta volar su casa con un escape de gas provocado

La explosión, que no tuvo graves consecuencias, obligó a los residentes de 48 viviendas a salir a toda prisa de sus casas

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A las cuatro menos cuarto de la tarde, Teresa Cercero estaba en el patio que da acceso a tres bloques de viviendas de la calle Marinero en Tierra, cuando escuchó un fuerte estallido y varios cristales cayeron muy cerca de ella. «Ví que la sobrina política de Manolo estaba en la calle también y que me gritaba que él había prendido fuego a la casa. Comencé a gritarle a los vecinos para que salieran».

Y así fue, las 48 familias que residen en la finca número 9 dejaron la sobremesa a toda prisa y con el miedo en el cuerpo. Algunos se quedaron aporreando la puerta del piso 12 D porque sabían que había alguien dentro: José Manuel G. R., de 48 años; el protagonista de una explosión aparatosa y muy peligrosa, pero que al final no tuvo graves consecuencias. Algunos testigos aseguran que vieron a José Manuel instantes después del estallido, asomado a uno de los balcones, fumando un cigarro. Pero cuando los efectivos contraincendios lograron acceder a la vivienda, forzando la puerta de entrada, lo encontraron tumbado en su cama y oculto en una espesa nube de humo.

Allí estaba localizado el foco del incendio. Este vecino de Guillén Moreno había abierto la llave de paso de una bombona de gas butano y prendió fuego: el resultado fue una explosión que degeneró en un fuego que se concentró en la habitación y afectó a otras estancias del inmueble pero con menor intensidad. Los bomberos del Consorcio Provincial gastaron unos mil litros para sofocar las llamas.

Una hora y media después, los vecinos podían volver a sus casas, algunos temían por sus hogares como Carmen Baro, que vive en el 12 C con sus padres. Le habían dicho que su casa podía haber resultado afectada, pero respiraron tranquilos al comprobar que sólo había daños en una persiana y una grieta en el dormitorio que linda con la zona de la explosión. Eso sí, habían transcurrido dos horas y la pared aún desprendía un fuerte calor.

Otra grieta se abrió en el techo de la vivienda que está situada justo abajo de la que salió ardiendo, por la que se estaba filtrando el agua que habían utilizado los bomberos. Es la casa de Antonio García y María Rosa Roa, que temieron volar por los aires al sentir el estruendo: «Poco antes había escuchado cómo estaban arrastrando algo por el suelo. Cuando vi los cristales cayendo, creí que la casa se venía abajo».

La pasada Nochebuena, esta misma finca fue escenario de otro incendio, ocurrido en la planta 11. Sus vecinos ya saben lo que es salir corriendo.

José Manuel G. R. fue trasladado al hospital Puerta del Mar con leves síntomas de inhalación de humo. Fuentes del SAS confirmaron que iba a ser dado de alta. La Policía lo estaba esperando para llevarlo a Comisaría detenido. También fueron asistidas dos personas más por ataques de ansiedad.

Sus vecinos hacen un perfil muy definido del arrestado, quien lleva más de 30 años viviendo en Guillén Moreno. Antes compartía casa con su madre y una hermana hasta que falleció su progenitora. Ahora lo hacía con un sobrino, su novia y el hijo de ambos, de seis años. Estos dos últimos estaban en la casa cuando José Manuel les pidió que salieran que iba a prender fuego. «No hemos tenido problemas con él, salvo que bebe mucho y algunas veces que no paga la comunidad. Pero era impensable que hiciera una cosa así».

Esta afirmación de la presidenta de los vecinos, Inmaculada Rincón, la comparten muchos residentes, algunos incluso lo vieron bebiendo por la mañana. A esa conducta se le suma una enfermedad grave y el fallecimiento de su madre; un cóctel que resultó ser explosivo.

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